La violencia contra la mujer no conoce estrato ni condición social. La prueba la acaba de dar una médica de 32 años que aún se recupera en un hospital de las graves heridas con arma blanca que le propinó su compañero sentimental hace 15 días, un hombre celoso, posesivo y mentiroso al que ella le perdonó varias agresiones bajo la promesa de que él iba a cambiar.
Este, dicen las corporaciones Vamos Mujer y Mujeres que crean, es el típico caso de violencia intrafamiliar, el más común, motivado por los celos y el pensamiento machista y posesivo de hombres que creen que la mujer es su propiedad.
Omaira López, coordinadora del programa de Derechos Humanos de las Mujeres de la corporación Mujeres que crean, explica que cuando se dan estos casos es porque "hay una dificultad o imposibilidad de los hombres para comprender lo que sienten y viven las mujeres y al no poder controlarlas, esto les genera impotencia y sentimientos de hostilidad y odio que terminan en agresiones".
Omaira añade que no es un asunto genético, "es un peso cultural, aprendizajes que ellos y ellas traen, para que un hombre se abrogue el derecho de torturar, dominar y reaccionar agresivamente".
¿Alentador o desalentador?
En el XII Informe de la violación de Derechos Humanos contra las mujeres de 2013, presentado por Mujeres que crean y Vamos Mujer, se revela que de 5.176 casos de violencia intrafamiliar que hubo en 2013 en Medellín, en 4.318 las víctimas fueron mujeres, 1527 en forma física y 1.024 verbal. Algo más: 1.942 de las víctimas fueron amas de casa.
Ángela María Jaramillo, sicóloga e investigadora de Vamos Mujer, analiza que el agresor -el hombre que agrede a la mujer que dice amar- generalmente es una persona de mayor cercanía afectiva.
"Hay resortes que desatan el odio y la hostilidad y conducen al acto agresivo, con gran presencia de los celos y la sospecha, que a muchos les basta para agredirlas".
Recalca que al haber más leyes y organizaciones trabajando en pro de los derechos femeninos, se hace más visible el fenómeno y por eso se dan cifras altas de agresiones. Es decir, desalienta que la violencia siga, pero alienta que se esté perdiendo el miedo a denunciar.
"La Ley 1257 facilita y potencia la denuncia, crea mecanismos que definen que no es un hecho natural y se crean competencias para acoger denuncias y hacer investigación", precisa.
Gloria Patricia Uribe, secretaria de las Mujeres de Medellín (e), admite que no varía mucho el tipo de agresión: una es por celos y otra es la sexual. Aclara que las cifras altas no indican más agresiones sino que el fenómeno se hace más visible.
"Hay una ruta de atención a la mujer agredida, se acompaña en lo jurídico y se lleva hasta el último momento de su denuncia y cuando peligra su integridad se le da protección en hogares de acogida".
La Secretaria Uribe admite que falta mucho por hacer pese a los logros tan visibles.