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Cada día, por las calles de Medellín, circulan 4.985 personas conduciendo moto o carro bajo efectos del alcohol.
De ellas, 3.509 registrarían grado cero de alcoholemia (entre 20 y 39 miligramos de alcohol en la sangre), 1.421, grado uno (entre 40 y 99 mg), y 55, grado tres (más de 150 mg).
Así lo reveló una investigación de la Facultad Nacional de Salud Pública de la U. de A., financiada por la Corporación Fondo de Prevención Vial y apoyada por la Secretaría de Movilidad de esta capital.
El estudio halló que la prevalencia de consumo de alcohol en conductores de Medellín fue de 0,4 %, teniendo en cuenta que, según las secretarías de Tránsito del área metropolitana, en esta ciudad circulan 1"151.817 vehículos. De ahí la cifra de 4.985.
Muestra aleatoria
Natalia Velásquez Osorio, investigadora principal, explicó que, para el estudio, se utilizaron 32 puestos de control en diferentes días y zonas, tanto en vías principales como secundarias y de manera aleatoria, con el fin de evitar sesgos.
De 23.856 vehículos aforados se les hizo tamizaje a 1.569 conductores y de ahí se extrapoló para calcular la cifra global.
Y eso que la cantidad de ciudadanos que manejan bajo los efectos del licor puede ser mayor, advirtió la experta, puesto que en la investigación fueron encuestados solo conductores de transporte particular y mayores de edad.
Además, se hizo del 13 al 30 de enero de 2014, cuando muchos ciudadanos estaban prevenidos, puesto que un mes antes empezó a regir la Ley Antiborrachos (1696 de 2013), que fijó duras sanciones para quien conduzca hasta con grado cero de alcohol.
Carlos Alberto Marín, subsecretario de Seguridad Vial, afirmó que todos los días la Secretaría de Movilidad les hace controles a los conductores con el fin de detectar si van ebrios y, así, salvar vidas.
Detalló que en 2014 han examinado a casi 29.000 personas y emitido 132 comparendos por esta infracción, y los accidentes asociados a embriaguez han bajado el 46% comparados con los de 2013.
Luis Carlos Díaz Mora, abogado experto en tránsito, opinó que "no se tiene un sistema de control creíble. Los controles son por oleadas y el ciudadano se arriesga porque sabe que la probabilidad de ser detectado es mínima".