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Cerca de 10 embarcaciones de pescadores surcan desde ayer las aguas de la costa de Japón para cometer, durante ocho meses y con la autorización del Gobierno de ese país, una masacre de delfines que hoy es repudiada por 80 ciudades de todos los continentes.
La meta está fijada: 1.937 delfines de seis especies distintas deberán caer en las redes de los pescadores en los próximos ocho meses para ser vendidos a delfinarios de otros países o, en caso de no haber clasificado, matarlos y comercializar su carne.
El procedimiento está estandarizado. Laura Almarcha, voluntaria de la Asociación en Defensa de la Fauna Marina (PROMAR), explicó a Efe que "cuando los pescadores localizan un grupo de delfines los asustan dando golpes a las barcas con barras metálicas", una acción que estresa y afecta a su "delicado" sistema auditivo.
A continuación, continuó la activista, conducen a los cetáceos a la bahía de Taiji, donde los encierran durante una semana, con escasa comida. "Allí los examinan adiestradores de delfinarios que proceden de Asia y América, ya que esta actividad está prohibida en Europa, para elegir los animales que creen serán más fácilmente domesticables".
"Algunos tendrán la "suerte" de llegar a delfinarios de América y Asia, mientras que los demás serán asesinados con barras metálicas con golpes entre las dos primeras vértebras cervicales", aseguró Almarcha.
Se calcula que cada año el gobierno japonés autoriza la caza de alrededor de 20.000 delfines, de los cuales cerca de 2.000 son masacrados en Taiji.
Parte de la cultura
Para las leyes japonesas, esta matanza es legítima, y un delfín es pagado hasta en 200 mil dólares en el mercado.
El primer ministro japonés Shinzo Abe ha defendido la caza de delfines argumentando que el mundo debe comprender esta tradición que, señaló, forma parte de la cultura de su país y ayuda económicamente a las comunidades pesqueras.
Desde hace cuatro años la caza de delfines desata protestas coordinadas a nivel mundial. Las protestas incluyen manifestaciones frente a las legaciones diplomáticas y consulares de Japón y marchas hacia las oficinas de representación de la Comisión Europea, pero no han generado cambios.
Para la muestra, el año pasado el grupo de piratas informáticos Anonymous amenazó con "mostrar en toda su magnitud" su ira en el caso. La artista japonesa Yoko Ono también se pronunció en su página web, pidiendo a los pescadores del pueblo nipón de Taiji que abandonen su impopular caza anual de delfines.
Almarcha asegura que "Japón compra a los países delegados de la comisión que debe tomar la decisión de frenar la caza para que voten en contra".
Las primeras críticas contra la masacre de delfines en Japón comenzaron gracias a una voluntaria de "Sea Shepherd", una organización que los sigue cada año y "que publica las fotos y los vídeos que pueden grabar, porque oficialmente no está permitido filmar", para concienciar del sufrimiento de estos animales.
La Organización Mundial de la Salud ha denunciado que la carne suele hallarse muy contaminada por tóxicos como el mercurio y por tanto su ingesta no es recomendable.