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HISTÓRICO
"Jojoy" desde niño en las Farc
  • "Mono Jojoy" desde niño en las Farc | Archivo | Manuel Marulanda Vélez, alias "Tirofijo" y Jorge Briceño fueron amigos toda la vida. "Yo nací en uno de los repliegues del movimiento al alto Sumapaz, cuando todavía se luchaba contra la dictadura civil de los godos", dijo "Jojoy" en el libro Trochas y Fusiles de Alfredo Molano. Recibió clases de filosofía de parte de alias "Alfonso Cano", cuando éste aún no se retiraba de la universidad.
    "Mono Jojoy" desde niño en las Farc | Archivo | Manuel Marulanda Vélez, alias "Tirofijo" y Jorge Briceño fueron amigos toda la vida. "Yo nací en uno de los repliegues del movimiento al alto Sumapaz, cuando todavía se luchaba contra la dictadura civil de los godos", dijo "Jojoy" en el libro Trochas y Fusiles de Alfredo Molano. Recibió clases de filosofía de parte de alias "Alfonso Cano", cuando éste aún no se retiraba de la universidad.
José Guarnizo Álvarez | Publicado

Víctor Julio Suárez Rojas comenzó matando pájaros, antes que personas. Él mismo se jactaba diciendo que, en la lozanía de los 12 años, ya era experto en volarles la cabeza con cauchera.

Acurrucado, armaba municiones de barro colorado, de ese que se seca con el sol. "Hacíamos una especial que llamábamos 'Dum-Dum' y que tenía una bolita de hierro en el centro", decía, según se extrae de aquel memorable monólogo que logró Alfredo Molano y que lleva por nombre Trochas y Fusiles.

De la escuela lo echaron, según él, porque dijo que la hostia de consagrar era simple, "que no sabía a nada y que sería rica si  le echaban membrillo de guayaba".

Y prosigue: "Acepté la expulsión porque tenía oficio con las autodefensas (campesinas), que era lo que me interesaba y porque siempre me han gustado las armas de combate. Cuando niño me sentía culpable de sólo mirarlas".

De pata al suelo, Víctor Julio comenzó a servir como guía de pequeños grupos de guerrilleros liberales, por entre las intrincadas breñas de la región del Sumapaz, en límites entre Tolima, Meta y Cundinamarca.

En una de esas travesías, conoció a un tipo al que describe como "amplio de cuerpo y de cara, con unos ojos muy finos y rápidos, que hablaba poco y que lo llamaba a uno 'joven'. Me gustó porque daba órdenes secas. Yo sentía que él pasaba y pasaba la misma película, aunque nada decía ni lado daba".

Con los años, Víctor Julio supo que ese comandante que rumiaba pensamientos misteriosos, era Manuel Marulanda Vélez, alias "Tirofijo", el legendario jefe de las Farc. Así se fueron tomando aprecio.

Habría que imaginarlos cualquier día de 1965, caminando juntos por el monte, en fila india, con el silencio de los árboles: Víctor Julio, el pelao al que le habían matado al papá en la "guerra con Rojas Pinilla" y Marulanda, el hombre hecho y derecho que comenzaba su camino inexorable hacia la guerra.

El hombre del Secretariado
Víctor Julio, de quien dicen nació el 5 de febrero de 1953 en Cabrera, Cundinamarca, dejó de ser Víctor Julio. A los 57 años de edad, llevaba el nombre de Jorge Briceño Suárez y el apodo de el "Mono Jojoy".

Desde 1993, en medio de la VIII Conferencia de las Farc, fue nombrado en una de las líneas del Secretariado, el más alto nivel de la organización. Al momento de su muerte, tenía bajo su mando todo el Bloque Oriental, que incluye una veintena de cuadrillas (1, 7, 10, 16, 22, 26, entre otras), así como las columnas móviles Juan José Rondón, Manuela Beltrán y Policarpa Salavarrieta, muchas de ellas hoy en extinción.

"'Jojoy' se lo pasaba leyendo y hablando con los guerrilleros, vestido de pantalón camuflado, y camiseta blanca. Siempre estaba perfumado y se cambiaba cuatro o cinco veces al día porque sudaba mucho debido a la diabetes", relató, en un libro, la ex guerrillera que reveló que un hijo de alias "Tirofijo" padecía de enanismo.

Quienes trataron a "Jojoy", vieron en sus ojos un temperamento visceral, un cierto arrojo que le valió la fama de sanguinario. A él se atribuye la perversa implementación de jaulas para encerrar secuestrados.

Entre los miles de escondites que tuvo, la misma desmovilizada recuerda uno que se hundía en la Sierra de la Macarena, en un sitio conocido como 'Piscinas'. "La única casa de ladrillo era la del 'Mono Jojoy'. Era de dos pisos, bien arreglada, con vidrios oscuros en las ventanas. 'Jojoy' vivía en el segundo piso con Shirley, su mujer. En el primer piso dormían guardias en hileras de camarotes", detalla.

Pese a su íntegra "genética" campesina y a que no existen antecedentes de que haya pisado ciudad alguna, Briceño hizo referencia en vida a un evento que pudo haberse dado en la década del 60. "En una ocasión, entregué el arma y fui a templar como simple civil en el sur del Tolima. Allá estuve trabajando: conocí Ibagué, Neiva y Cali. Pero un día me dio como soledad y volví al comando".

Y de allá no regresó. Dentro del anecdotario y por información recogida por el coronel (r) Luis Alberto Villamarín Pulido, quedará que alias el "Mono Jojoy" era proclive al alcohol en exceso, "especialmente al brandy de marca Génesis".

También, que osaba andar con gordas sumas de dinero en efectivo, para ir solucionando problemas -según se justificaba-. El periodista Luis Fernando Ospina recuerda haber visto, por la época de los diálogos de paz en El Caguán, que la parte trasera de la camioneta que transportaba a "Jojoy" lucía completamente forrada con fajos de billetes de a 20 mil pesos.

Ante los medios de comunicación, "Jojoy" dejó ver su briosa retórica. "A nosotros nos importan un carajo la Constitución y las leyes, porque estamos fuera de ellas", le dijo a la revista Semana.

Una retórica llena de contradicciones que ya le florecía en sus años mozos. "Arrimábamos donde un ganadero bien acomodado a pedirle colaboración y no alcanzábamos a recibirla cuando con la otra mano ya estaba llamando al F2. Para evitar eso tocaba cargarnos al paciente. Vivíamos pobres y perseguidos que ni que anduviéramos haciendo el mal".

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