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Las maletas estaban empacadas para el vuelo de regreso de Juan Pablo Ángel, quien hoy podría estar en Medellín. Viajaba anoche procedente de Los Ángeles o lo haría hoy a primera hora trayendo consigo una buena onda.
Sin embargo, todas estas intenciones por ponerse de nuevo la camiseta verde no aseguraban su vinculación definitiva a Nacional. En la noche tenía pendiente una charla con el gerente deportivo del club, Víctor Marulanda, que buscaba clarificar el tema, pues a las 7:00 p.m. no había recibido el precontrato firmado.
Con este documento en la mano, Marulanda confirmaría que el goleador aceptaba las condiciones económicas en dos puntos que estaban en discusión, para luego situarle los pasajes y autorizarlo a que presente los exámenes médicos.
En las valijas, Ángel, además de sus pertenencias, trae sus ilusiones y las de miles de hinchas que esperan encontrar en él al líder que le falta al equipo para consolidar otro título en Colombia. Pero también aguardan sus goles.
Después de verlo forjarse como verdolaga en las divisiones inferiores, de lamentar su partida para el River Plate siendo aún un chico y de seguir su carrera durante tres lustros en Argentina, Inglaterra y Estados Unidos, la fanaticada que lo hizo ídolo quiere acompañarlo en su nueva etapa futbolística, ojalá celebrando como en sus mejores épocas.
Juan Pablo permanecía ayer en Estados Unidos con su familia. Por su cuenta hacía la pretemporada para estar en buena condición física que le permita seguir marcando goles con el club que adquiera sus servicios. Aunque su esposa María Paula y sus hijos Jerónimo (12 años) y Tomás (10) han manifestado deseos de regresar a Colombia, la situación no resulta fácil para ellos por las actividades que realizan.
Tomás, por ejemplo, hace parte de un equipo en Los Ángeles que es filial del Barcelona de España. Su calidad ha sido apreciada en internet y nada raro que se enrole al club que forjó a su padre.