viernes
7 y 9
7 y 9
Cambio en el área de las casetas donde desarrollan sus ventas, en el comportamiento personal y en las mercancías que ofrecen, son nuevasexigencias hechas por la subsecretaría de Espacio Público a los vendedores de artesanías asentados en La Playa.
Las conversaciones entre las partes iniciaron luego de que se registrara una serie de disturbios desde el 14 de agosto, cuando los vendedores informales obstruyeron el paso en la Oriental.
Del acercamiento se produjo el 15 de agosto un listado de 26 artesanos, reconocidos por la Alcaldía. Quienes incumplan serán retirados de ese listado y no podrán trabajar en el espacio público.
La Subsecretaría señaló que en la reunión sostenida el viernes pasado se les hizo énfasis a los artesanos que deben cumplir las reglas.
Los vendedores de artesanías deben cambiar el área de las casetas, cuyas dimensiones máximas son 70 centímetros por 1,10 metros y 50 centímetros por 70 centímetros. De igual forma, no deben consumir ni vender sustancias psicoactivas dentro del espacio de trabajo. El amoblamiento solo puede atenderlo la persona autorizada en el listado, solo ofrecerán artesanías en los puestos y la caseta debe ser recogida y guardada todos los días.
Sigue la zozobra
Pero los artesanos dicen que la zozobra continúa. Fabio Varela, quien lleva más de 27 años trabajando en el sitio, señaló que el viernes pasado un funcionario de Espacio Público les dijo que debían desocupar en los próximos 15 días o la autoridad se les llevaría los puestos.
Al respecto, la Subsecretaría anotó que no les exigió desalojar.
El viernes pasado les dijo que deben cumplir las reglas para el uso del espacio público, entre ellas la de reducir los puestos de trabajo. "Debemos estar en un espacio muy pequeño. Llevamos muchos años en este lugar y acá nos vamos a quedar", se quejó Varela.
Para Héctor Londoño, las propuestas presentadas por la Alcaldía no responden a sus expectativas. "Sugirieron guardar la mercancía en una bodega, pero para nosotros es difícil. Implica más gastos. No es fácil estar guardando y llevando los productos todos los días.
En su concepto, los funcionarios "nos quieren reprimir y no cuentan con nosotros. Nos sentimos desplazados y nerviosos. Dormimos intranquilos, pues en cualquier momento puede llegar una acción policial. No compartimos la violencia", apuntó.