El Gobernador de Antioquia, Sergio Fajardo , y el Alcalde de Medellín, Aníbal Gaviria , le propondrán hoy al presidente de la República, Juan Manuel Santos , una fórmula que agilizaría la construcción de las Autopistas de la Prosperidad: que la obra se haga toda, y en forma simultánea, con una sola calzada de dos carriles en los cuatro ramales, bajando así de 15 a 7 años el tiempo de espera para su disfrute. En una segunda fase, el tráfico vehicular real por esas carreteras sería el encargado de establecer en qué orden se tendrían que desarrollar las dobles calzadas.
En esta alternativa, el costo estimado de la megaobra se acerca a los 20 billones de pesos, que en valores constantes de 2008 es similar a los 15,6 billones de la última propuesta elaborada por Interconexión Eléctrica S.A. (ISA).
De tal cuantía, 14 billones de pesos se irían en la primera etapa, en la cual se comprarían las tierras necesarias para las futuras dobles calzadas, se harían los viaductos y uno de los dos tubos o bocas de los túneles que contemplan los diseños de ISA.
Los mandatarios seccionales y los gremios de la producción defienden la integralidad de la obra, pues consideran que partir las autopistas en cuatro concesiones, independientes, podría conducir a que algunas de ellas no llamen la atención de los inversionistas y, en consecuencia, quedarían condenadas a simples rehabilitaciones o rectificaciones.
En un primer análisis, el costo de los cuatro ramales que conectarían Medellín con Urabá, Puerto Berrío, Caucasia y La Virginia, era de 5,6 billones de pesos, para un poco más de 900 kilómetros de vías. Luego, los refinados estudios de ISA situaron ese valor en 15,6 billones de pesos para una obra que articula a Antioquia con la red de vías nacionales y optimiza el acceso a los puertos de Bogotá, el Eje Cafetero, Córdoba, Santander y el Valle del Cauca.
El salto en los costos se debió, en buena medida, a que ISA rompió con los esquemas tradicionales de diseño y ejecución de las obras públicas, los cuales han pecado tanto por la pobreza de los estudios y los manejos ambientales, como por la presentación de propuestas económicas "favorables" que luego tenían que reajustarse.
Para garantizar que los cuatro tramos pasen de los planos a la realidad, ISA armó un solo paquete, cuya virtud está en compensar los trayectos más "pulpitos" y rentables con los que para un capitalista podrían calificarse como "huesos" o menos lucrativos por sus niveles de tráfico o por lo complejo de la geografía. Esa ventaja podría perderse en manos de otro estructurador, sobre todo si al Gobierno Nacional le diera por cargarle el mayor tráfico o los jugosos presupuestos a uno o dos de los ramales que considere más estratégicos.
Lina Vélez de Nicholls , presidenta Ejecutiva de la Cámara de Comercio de Medellín para Antioquia, destaca que lo valioso de la iniciativa de Gaviria y Fajardo es que luego de cuatro años de trabajo se ha logrado trascender las posiciones de los gobiernos regionales, para elaborar una propuesta, única, en la que hay unión de esfuerzos y de criterios para respaldarla, inclusive por parte de líderes empresariales y políticos de otros departamentos.
Y la plata, ¿qué?
Para José Fernando Villegas Hortal , director Ejecutivo seccional de la Cámara Colombiana de Infraestructura (CCI), la propuesta de Gaviria y Fajardo es bienvenida, pues mantiene los trazados y criterios técnicos de la iniciativa de ISA.
Ahora el tema de fondo es ¿quién pone la plata? Villegas está de acuerdo con que Antioquia y Medellín hayan comprometido un aporte de 1 billón de pesos, algo exótico si se recuerda que las Autopistas de la Prosperidad son vías nacionales y la financiación de las mismas, en otras regiones, corre a cargo de la Nación. Y ese, añade, no es un criterio político, sino jurídico. De manera que a Santos le llegó la hora de cumplir su palabra empeñada, no con Antioquia, sino con todo el país.