viernes
7 y 9
7 y 9
Después de meses de búsquedas estéticas, los artistas plásticos llegan a la galería a mostrar hallazgos.
Casi un centenar de ellos están reunidos —o, más bien, diseminados— por una galería improvisada que se armó en el centro comercial Premium Plaza, convocada por Viarte.
Quien se da un paseo —sin afán, sin juicios previos, como debe verse el arte— encuentra una diversidad de selva. Y con el atractivo de que, por lo general, el creador está ahí, atendiendo, hablando con la gente y, claro, vendiendo.
Qué me dicen de Hernando Orozco. Ahora avanza por el "Surrealismo ecológico", como lo llama él. Los chigüiros muertos de sed en el Casanare, mientras las máquinas perforadoras de petróleo se bebían el agua, conmovieron al pintor de tal forma que representó el tema.
Uno de estos roedores está envuelto en una gota que cae, una gota que alude a la esfera, importante símbolo surrealista, porque "la esfera es vida", indica. Y ahí, conversando con el artista, nos enteramos, por ejemplo, de que comenzó como retratista en una compañía de Arte Español, donde también trabajaban Camilo Isaza, Pacho Morales y Jorge Cárdenas. Y que si bien es muy reconocido como pintor, otra de las técnicas que practica es la aerografía: "dicen que esa será la pintura del futuro", comenta...
Clara María González presenta una colección llamada El Viaje alusiva al tránsito por la vida. Son pasajeros en canoas que a veces tienen barquero. "La vida es un viaje solitario, aunque a veces haya compañía", explica. Los colores son definitivos: unos cuadros son abigarrados; otros, no tanto y sí más intimistas.
Carlos Gómez Herrera, con sus pinturas y sus grabados. Estos son monotipos. "Pinto sobre vidrio y después lo imprimo sobre papel. No da sino para dos originales".
Juan Vasco, con sus permanentes experimentos con materiales y sus mezclas de lo clásico con lo contemporáneo y lo abstracto con lo figurativo. Figuras de mujeres de tiempos idos hace mucho, en quienes se destacan vestidos o accesorios que revelan la época, incompletas en medio de un conjunto de fragmentos que semeja un collage de papeles pegados. "Deseo que quien vea mis obras, sienta el deseo de rasgarlas y se encuentre con la sorpresa de que es acrílico sobre lienzo y no pepeles pegados".
Edgar Gamboa, el escultor a quien hace unos días le robaron la mula, la mula de su Juan Valdez de tamaño superior al natural —y ya recuperaron—, tiene algunas obras.
"Al artista le cuesta trabajo vender sus obras, en cambio el ladrón que se llevó mi mula la vendió de un día para otro... aunque por 40 mil pesos", bromea Gamboa, quien exhibe allí este trabajo, lo mismo que un conjunto de bandoneón, piano (con manos sobre el teclado), porque en ocho meses se cumplirán 80 años de la muerte de Carlos Gardel.
"Yo comencé a esculpir con Justo Arozemena". Dice que Arozemena murió en 2000 y él todavía lo extraña. Son los artistas que rinden homenaje a Ramón Vásquez, el que pinta los colores del sueño.