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Si no era un balón se venía el llanto. "No me gustaban los carritos ni otros juguetes. Si no eran balones de fútbol, yo me ponía a llorar. De ahí viene mi amor a esto", dice Cléider Alzate, uno de los que le pide al Niño Dios el ascenso con el Itagüí a la Primera A.
Cléider Alzate Correa, el Enano del plantel de las águilas que sacó su nombre del pianista Richard Clayderman, aún recuerda sus días de infancia en el barrio Los Naranjos de Itagüí, que en ocasiones eran duros, otros con alegrías.
"En los diciembres siempre era esperando que llegara un balón para salir a jugar. Desde que tengo uso de razón estoy pegado a una pelota, y creo que así seguiré por un rato", sostiene este volante, quien con apuros pasa el 1.60 metros de estatura, pero que se desborda de talento a la hora de saltar a la cancha.
Hoy, su diciembre es diferente. Viene de ganar con su club el cuadrangular semifinal y ya espera al Deportivo Pasto para definir el club que se gana el ascenso a la primera división, y cuál retará al Envigado en la promoción.
"Es un semestre soñado, todo lo hemos disfrutado. La gran campaña de la Copa Postobón nos dio a conocer con los equipos de la A, pero el principal objetivo, cuando comenzamos la campaña, era buscar el ascenso con Itagüí. En la Copa nos quedamos cerca, pero vamos con todo en la final de la B", anota Alzate, quien pertenece en un 80 por ciento al club, y el resto es de la Escuela de Alexis García, donde se formó como juvenil.
Precisamente, de la mano de Alexis tuvo su primer contacto con el fútbol profesional, al hacer parte del plantel que logró el ascenso con Equidad en 2005.
"Pero no tuve la oportunidad de jugar en primera división y terminé en el Itagüí. Por eso es una deuda que siento que todavía tengo pendiente. Ya tuve la oportunidad de ser campeón en la B, pero quiero estar con un equipo de la A".
El nombre suena
En un plantel donde se leen nombres de peso como el de Jaime Bran Gómez, Sergio Guzmán, Carlos Ganiza Ortiz y Jorge Aguirre, entre otros, dos nombres casi desconocidos son los que retumban en el equipo finalista: el goleador Luis Páez y el creativo Cléider Alzate.
"Es una alegría demasiado grande poder sobresalir con compañeros de esta clase, de tanta experiencia, es algo que te pone contento. Pero si Páez y yo sonamos es gracias a ellos, a los conocimientos que nos transmiten, a las enseñanzas que obtenemos en el entrenamiento y en los partidos. Sin ellos, difícilmente podríamos hacer un buen trabajo como el que tenemos ahora", dice Cléider, quien vive junto a su madre y su hermano Hamilton.
A punta de buen fútbol y lo que los expertos llaman juego asociado, pero que el solo le llama entrega, Cléider Alzate está a un paso de una Navidad soñada, en medio de balones, como los que esperaba cuando niño, y de trofeos, que son su trasnocho ahora que es grande. "Si somos campeones sería una Navidad perfecta".