La imagen final lo decía todo: mientras las colombianas Clara Guerrero y Rocío Restrepo se abrazaban con el público y sus familiares, Ingellimar Contreras y Alicia Marcano, de Venezuela, se quedaron en sus sillas, con los brazos caídos.
No lo podían creer. Luego de dominar, en cinco de las seis líneas disputadas, Clara y Rocío, en un final de inspiración, les quitaban, por solo 5 palos de diferencia, el oro que prácticamente tenían colgado.
Era una jornada marcada por el nerviosismo. Luego de 907 lanzamientos, Venezuela mandaba con 2.418 palos derribados, pero con los turnos para lanzar agotados. El último tiro le correspondió a Clara Juliana Guerrero, quien necesitaba tumbar al menos 6 pines para ganar. Y lo consiguió.
Una moñona hizo que el público, que de nuevo copó las tribunas de la bolera de Belén, estallara como si hubiera acumulado toda la emoción en las tres horas previas a ese instante.
Hubo decenas de calculadoras en mano, sumas y restas en busca del puntaje necesario para llegar al primer lugar.
Unos de los más emocionados fueron los padres de Rocío, Hernando Restrepo y Leticia Lugo, quienes siguieron a su hija como pocas veces pueden hacerlo. La chica, de 22 años, hace cuatro está en Wichita State University, Estados Unidos, donde juega y estudia.
Y mientras los flashes y las cámaras se iban con la campeona mundial Clara Guerrero, Rocío respiraba profundo, emocionada y con algo de rabia, pues en su opinión, no había jugado bien: "así soy yo, muy agresiva, es mi forma de expresarme, de botar la mala energía", expresó.
En el mismo instante, Leticia y Hernando se cansaban dándoles las gracias a los aficionados por el apoyo. "Vinimos desde Ibagué solo para verla en este torneo. Además, ella se regresa el lunes a Estados Unidos, entonces aprovechamos para estar juntos", contó la mamá.
La alegría no era poca: oro y plata (en individuales) en los Suramericanos para la menor de la familia, pagaron el viaje hasta Medellín.