Así como en la diplomacia, en el comercio exterior no hay amigos y solo está en juego sacar el mayor provecho. De ahí que resulta caduca la idea de que Colombia es un aliado económico de excepción de Estados Unidos en América Latina.
Mientras ese país vive "la sorpresa de octubre" por la incertidumbre de si
Barack Obama o
Mitt Romney ganan las presidenciales el 6 de noviembre, queda claro que en el debate electoral Colombia no está entre las prioridades en política exterior.
A duras penas el discurso republicano nombra a América Latina, para una breve mención del narcotráfico de México o la inestabilidad que puede generar Chávez desde Venezuela. Pero esa falta de atención sobre Colombia, que se preciaba de ser un amigo de Estados Unidos sin y con Tratado de Libre Comercio, puede resultar positiva frente a la necesidad de diversificar los destinos de la oferta exportable nacional.
Esto pasa mientras se ensombrece el panorama del comercio global por los coletazos de la lenta recuperación del país del norte, principal socio comercial, la caída de los mercados europeos y la desaceleración de los asiáticos.
En eso coincidieron ayer los panelistas del foro Colombia-Estados Unidos, en el Hotel Intercontinental, convocado por la Cámara de Comercio Colombo Americana y el Centro de Política Hemisférica de la Universidad de Miami.
Después de dos años de una progresiva "desnarcotización" de las relaciones binacionales y menos ayuda militar, ahora se ciernen sobre Colombia dos amenazas comerciales desde Estados Unidos, a juicio de
Bruce Bagley , director del Centro de Estudios Internacionales de la Universidad de Miami.
En primer lugar, está la progresiva devaluación del dólar y la reducción de la tasa de interés dictadas desde la Reserva Federal para no perder competitividad ante China. "Eso revaluará, aún más, el peso colombiano hará mucho menos competitivas las exportaciones colombianas de manufacturas y el agro", explica el investigador.
En segundo término, aún es prematuro sacar balances positivos o negativos sobre el TLC, lo cierto es que con la reducción del consumo de los estadounidenses, las empresas aprovecharán para vender afuera, incluyendo a Colombia, lo que dejen de vender adentro: "recibirán una avalancha de productos agropecuarios, por ejemplo, respaldados en más de 30.000 millones de dólares en subsidios oficiales, que van a desplazar el agro colombiano, sensible por su baja productividad y que ocupa buena parte de la mano de obra no calificada", advierte Bugley.
En ese contexto,
Susan Purcell , directora del Centro de Política Hemisférica, agrega que el gobierno de Estados Unidos está concentrado en resolver sus problemas fiscales internos, lo que redundaría en mejores condiciones económicas.
"En una economía global, Estados Unidos hace y hará lo que le beneficie y le interese más, Colombia puede hacer lo mismo, más allá de si gana Obama o Romney", concluye Purcell.
De ahí que Colombia debe cambiar su mirada hacia Estados Unidos, como insiste
Sandra Borda , codirectora del Centro de Estudios Estadounidenses, y reconocer que ahora las coincidencias políticas no se reflejan en mejor reciprocidad comercial.