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7 y 9
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Eco es una oréade, ninfa de la montaña, que amaba su hermosa voz. Por celos, Hera, la esposa de Zeus, la castigó quitándole la voz y obligándola a repetir la última palabra de la persona con quien hablaba. Y así, Eco se apartó del trato humano.
En Pedro Páramo leo: "Este pueblo está lleno de ecos. Tal parece que estuvieran encerrados en el hueco de las paredes o debajo de las piedras. Cuando caminas, sientes que te van pisando los pasos […] Ruidos. Voces. Rumores. Canciones".
De niño, me maravillaba oír el eco, la voz de la ninfa, perdida en la distancia. Y sigo con el embrujo de esa voz misteriosa.
A Jesús le preguntan cuál es el primer mandamiento. Él contesta: "Amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma y con toda tu mente. Y el segundo es semejante a este: amarás a tu prójimo como a ti mismo".
A los fariseos les llegaba el eco de la última frase de Jesús: "a ti mismo", "a ti mismo", "a ti mismo". Como si un presentimiento los invadiera de la cabeza a los pies. Jamás se habían interesado en amarse cada uno a sí mismo.
Del segundo mandamiento sale un tercero: el amor a ti mismo. El eco lo pregona a los cuatro vientos, llenando de beneficios a quien escucha con atención.
Después de dos mil años, el eco no se cansa de llegar. "A ti mismo", "a ti mismo", "a ti mismo". Sabiduría por excelencia la de prestarle atención. El amor a mí mismo es el fundamento del amor al prójimo. Y cuando me amo, secundo el amor que Dios me tiene.
El eco me lleva a prestarle atención al corazón, tan necesitado de que su dueño lo cultive con esmero para palpitar de amor, pues el amor es el mandamiento del corazón.
"Este pueblo está lleno de ecos". La voz retumba hasta en el más secreto rincón del alma. "A ti mismo, a ti mismo, a ti mismo".
Si a Dios hay que amarlo con todo el corazón, con toda el alma y con toda la mente, al corazón hay que cultivarlo para que se ame con el mismo amor.
Mi corazón no quiere avergonzarse más. Quiere escuchar el eco de las palabras de Jesús: "a ti mismo", "a ti mismo", "a ti mismo".
¡Amarme! Secundo así a mi Creador en la construcción de un mundo lleno de amor.