La aparición de la bicicleta de
Juan Carlos Díaz un día después de que le fuera robada en la Unidad Deportiva de Belén, deja dos lecciones: una, que hay gente solidaria que no va con lo ilegal, y la otra, la necesidad de fortalecer la lucha contra el delito, pues se hurta con facilidad y fácil se comercia lo hurtado.
Como se informó, una vez los medios de comunicación hicieron eco del asalto de que fue víctima el joven bicicrosista antioqueño, la cicla apareció tras ser adquirida por el empleado de un supermercado, quien al saber que era robada la devolvió al dueño.
Rubén Fernández, gerente del programa Antioquia Legal, de la Gobernación, exalta que haya quien no le apueste a la ilegalidad. "Es una prueba de que siempre hay personas que actúan de forma correcta, por dificultades que haya".
Añade que los niveles de ilegalidad e irrespeto por la norma atentan contra la sostenibilidad de la sociedad y urgen transformaciones profundas: "Quien adquiere elementos robados obtiene ventajas momentáneas, pero a mediano y largo plazo pierde, porque el conjunto de la sociedad no respeta la norma", afirma. Mañana, él mismo será víctima de los asaltantes, advierte.
La cadena del delito
El general
José Ángel Mendoza, comandante de la Policía Metropolitana, no dudó en felicitar al anónimo ciudadano que adquirió la cicla de Díaz en $70.000 y la regresó.
"Eso nos pone contentos, es la colaboración y apoyo de los ciudadanos, que suele ser muy efectivo", sostuvo el oficial, pero advirtió que la autoridad trabaja desde distintos frentes para combatir el delito. Prenderías y talleres son un foco permanente de sus investigaciones.
El director ejecutivo de Fenalco Antioquia,
Sergio Ignacio Soto, admite que el robo de vehículos, motos o bicicletas es un gran flagelo de la industria y ocasiona pérdidas millonarias a la economía.
Para él, el tema no se acaba, porque hay una cadena que no se rompe y que empieza por los compradores.
"El propietario de un vehículo no debe comprar o aceptar repuestos robados, porque con ello se fomenta el delito".
Sugiere que habría que penalizar tanto al que roba, como al que compra, "terminar con la comercialización de lo ilegal", porque detrás, muchas veces hay homicidios.
El concejal
Jesús Aníbal Echeverri, quien
denuncia que en Medellín se roban en promedio 14 autos diarios, pide a la Policía organizar mejor sus cuadrantes, "ubicar más en sitios donde más se necesitan" y mejorar la tecnología y el número de cámaras. Pero exige la cuota de civismo: "El que le compra al bandido es más bandido, hay que penalizarlo".
Alejandro Lopera, del colectivo No más ciclas robadas, admite que es muy fácil vender una cicla robada de baja gama, aunque de alta gama es más complejo. Y reconoce que sería útil que las bicis tuvieran documentos de identificación como las motos. "Es una cultura que aún no tenemos".