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Después de ver el cambio que tuvo su hogar, que quedó con la fachada pintada, Olga Cecilia Holguín y sus dos hijos, de 13 y 17 años, se motivaron a intervenir por dentro su vivienda, ubicada en el barrio 20 de julio de Medellín.
En palabras de la vecina, la transformación fue bien notoria, porque su hogar pasó de un simple verde con blanco a ser una casa llamativa por sus acentos en tonos mandarina.
Olga Cecilia hace parte del grupo de 6.152 ciudadanos que se han beneficiado con la pintura en las fachadas de sus viviendas, gracias a una alianza público privada entre la Fundación Orbis y la Empresa de Desarrollo Urbano, EDU, que busca acompañar la transformación social que se está viviendo en Medellín.
El proceso tiene varias etapas: inicia con la identificación de las necesidades de la comunidad, así como de la manera como sus miembros participarán en esa transformación; luego, viene la jornada de pintura, la más esperada por los beneficiarios; y, finalmente, las entidades cierran el proceso con un balance que deben hacer los ciudadanos para identificar qué les quedó y si se logró la transformación social comunitaria.
Una historia de colores
Cuenta Miguel Ayala, coordinador de responsabilidad social de Orbis, que esta iniciativa nació hace dos años y su finalidad es "adaptar a las comunidades cercanas a las nuevas infraestructuras de la ciudad, mediante la intervención con el color. Buscamos que las comunidades tengan sentido de pertenencia por sus barrios y, de esa manera, lograr la transformación del territorio y de sus propias viviendas".
Este programa, que la Alcaldía tituló Medellín se pinta de vida, es la repetición, a escala local, del programa Antioquia se pinta de vida, que ejecutó el mismo Aníbal Gaviria, cuando se desempeñó como gobernador, en varias localidades del departamento.
Transforman la mentalidad
Aunque la transformación física es el aspecto más notable de la iniciativa, "además de embellecer y resaltar las características estéticas del barrio en su conformación física, también se promueve la participación de la comunidad y se fortalecen redes vecinales de personas motivadas por promover su propio cambio", explica Margarita María Ángel, gerente de la EDU.
Realizan además talleres de imaginarios en los que recogen las percepciones de la comunidad, para que hagan sus aportes a los diseños de los espacios públicos por construir o los cambios que requieren los entornos físicos que rodean los equipamientos de servicios. En dibujos, la comunidad plasma su idea sobre un determinado proyecto.
Así, coincide el coordinador Ayala, las entidades han logrado generar cohesión social y fomentar el liderazgo entre los habitantes de las zonas beneficiadas, en su totalidad vulnerables.
Les cambia la vida
La líder comunitaria Olga Cecilia Holguín comenta que el sector del 20 de julio se ha venido transformando positivamente desde que pusieron en funcionamiento las escaleras eléctricas en el barrio.
Según ella, "por aquí no venía nadie anteriormente, y ahora la situación ha cambiado mucho, tenemos visitas hasta de turistas extranjeros", comenta con orgullo.
Además, desde su punto de vista, el hecho de cambiarles la fachada a las viviendas, de darles color y vida, les permite a las comunidades sentir que "estamos pasando de ser un barrio marginado a ser un sector novedoso e innovador", explica.
En el mismo sentido, la directora Ángel insiste en que el programa les aporta dignificación a los barrios y a su gente.
"Si una persona siente bello su entorno es feliz y siente que tiene una vida más digna" y goza de otra manera su hábitat, su vivienda, reflexiona.
Por esa razón, en este proyecto de transformación social comunitaria, más allá de las apariencias, importa que los cambios sean interiores, de mentalidad.
"La fuerza de las intervenciones las centramos en la transformación social de los territorios, más allá del color, y el logro es que la comunidad pueda hacer un balance al final del proceso en el que determine cómo se transformó", afirma Miguel Ayala.
Protagonistas de un libro
Para que estos testimonios no queden en el olvido, la Fundación Orbis y la EDU editan un libro de fotografías que saldrá en diciembre, que contiene las mejores intervenciones que han desarrollado. Se trata de dejar un registro de cómo Medellín se ha transformado gracias al color y a la participación de los ciudadanos.