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La fuerte inclinación de la escultura de una mujer en la que se encontraba trabajando, le hizo pensar al maestro Fernando Botero que quizás si agregaba una figura masculina encima quedaría más completa, "como si estuvieran haciendo el amor".
Para estar seguro de lo que hacía, hizo otras dos figuras haciendo el amor y el tema lo atrapó. "Me leí entonces el libro de Kamasutra completo que, a diferencia de lo que muchos creen, no es siquiera erótico. No hay descripciones de posiciones, porque este es un texto más de amor", recordó el maestro Botero desde la ciudad de Nueva York, adonde le gusta estar en octubre para darle la bienvenida al otoño.
Explicó, antes de partir hacia Europa, que el tema del erotismo no es nuevo en el mundo del arte. Se trata de un género artístico que representa figuras humanas sin ropa. Su origen se remonta a los inicios del arte prehistórico, alcanzando su apogeo durante la antigüedad clásica y el Renacimiento.
En su caso, el tema surgió sin proponérselo, en mayo, cuando estaba en su estudio de Pietrasanta, en Italia. Podría decirse que fue más por una prueba de ensayo y error, o en buen paisa, buscándole la comba al palo.
"No soy el primero ni seré el último en tratar este tema", precisó. Recordó entonces algunos papiros egipcios, otras obras de los siglos XIV, XV y XVI, al igual que los grabados shunga, esas ilustraciones impresas grabadas en madera que hacían en Japón durante los siglos XVII y XVIII.
"Si bien es una tradición muy bella, es una cosa muy seria y hay que usar mucho la imaginación más que la memoria", precisó con cierta picardía.
El erotismo siempre ha existido, insiste Botero al recordar a los pintores japoneses Katsushika Hokusai y Kitagawa Utamaro en el siglo XVIII, del pintor francés Francois Boucher, que hacía cuadros muy eróticos durante el reinado de Luis XV.
Gran énfasis hace en la obra de Gustave Courbet, pintor francés y máximo representante del realismo en el siglo XIX. "Hizo cuadros extraordinarios de gran erotismo, como El origen del mundo, en 1866, que presenta el torso de una mujer con todos sus atributos a la vista".
El repaso artístico nos lleva hasta el siglo XX, concretamente a la época del pintor y escultor español Pablo Picasso. "Debo decir que en este sentido, la obra de Picasso más que erótica rayaba en la pornografía. Sus desnudos rompen con los prejuicios. Este es un tema muy serio pero la visión de cada artista es respetable".
En la evaluación artística que hace el maestro, un caso en particular llama mucho la atención. Se refiere a Balthus, seudónimo de Balthasar Klossowski de Rola, un pintor figurativo polaco francés del siglo XX.
Famoso por las ninfas y pinturas de jóvenes mujeres en posiciones eróticas y voyeurísticas, Balthus tiene dos obras que lo hicieron muy famoso: La calle y La lección de guitarra. Esta última solo la pudieron disfrutar unos pocos visitantes a la galería Pierre, antes de que pasara a manos de Matisse, quien la compró. Poco antes de morir la donó al Museo de Arte Moderno de Nueva York.
Sin embargo, una curadora se lo devolvió después a la hija de Matisse y finalmente la obra fue adquirida por el magnate Stavros Niarchos.
"Yo tuve la oportunidad de conocer el original de esta obra en una colección privada. Estamos hablando de una obra muy famosa que causó sensación en París en los años 30. Era la del poeta Eugene Grindel, conocido como Paul Éluard. Como a los dos o tres meses me llamó la viuda y me dijo que había visto cuánto me había gustado el estudio, que si estaba interesado ella me lo vendía. Inmediatamente viajé y compré el primer estudio de este cuadro que, posteriormente, regalé al Museo Botero en Bogotá".
Tras el repaso por la historia del arte, el maestro Botero hace énfasis en que el tema del erotismo es muy interesante. Tanto, que durante tres meses seguidos trabajó en la nueva serie que denominó Boterosutra.
"Fueron tres meses de trabajo en exclusiva con esta temática hasta casi agotarla y en la que, por ahora, llevo 70 dibujos. Quiero seguir haciendo más pero por ahora voy a hacer una pausa. Debo confesar que se me estaba agotando la batería".
Esto es más una exageración de buen paisa que una realidad. La verdad es que cuando el maestro Botero adelanta un nuevo trabajo, sea escultórico o pictórico, le gusta dejarlo reposar como el buen vino.
"Me gusta dejarlos un tiempo, varios meses, antes de volver a mirarlos fijamente para ver si todos los aspectos están bien hechos, si la obra está completa y solucionada. De lo contrario, podría uno juzgar mal la obra".
Lo mismo está pasando con las tres esculturas que dejó en Pietrasanta, en yeso, a donde regresará para comprobar si todo está bien, en equilibrio, antes de fundirlas, al igual que varios cuadros que tiene empezados en Europa, en los que con seguridad debe estar ya trabajando.
De los 70 dibujos que por ahora lleva la colección Boterosutra, el maestro ya seleccionó 50 que expondrá a finales de este año en la sucursal de la galería Gmurzynska en St. Moritz, Suiza.
La otra sorpresa que prepara para el próximo año será la edición de un libro. "Este es un material tan importante que mi editor me llamó a decirme que quiere hacer un libro. Me sentí muy halagado pero le dije que primero quiero terminar la serie. Quizás entonces lo podamos lanzar el año próximo", concluyó.