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La tradición comenzó hace más de una década con el blog llamado Postsecret que exponía lo inconfesable: "Me casé con ella porque le atraen los mismos hombres que a mí"; o lo que jamás se quiso contar: "Perdí tu vestido de boda en la lavandería".
The New York Times lo llamó como "el fenómeno de postear secretos", y esto derivó en libros, exposiciones y recopilaciones que hablaban de internet como la válvula de escape por excelencia.
El sitio aún sigue y el éxito fue tal que decidieron pasar a la aplicación para iPhone, pero en 2012 la dieron de baja por la cantidad de contenido inapropiado que se compartía.
No obstante, parece que han tenido un segundo tiempo, como lo revela su fundador, Frank Warren, en una entrevista en Fortune. Con 600 millones de visitas al mes y más de diez años, continúan viviendo sin percibir un dólar por cuenta de la publicidad. "Esto crea confianza", anota el CEO.
Pero, a la par aumentó la competencia. Apps como Secret y Whisper lograron reunir recursos de fondos de inversión, aunque no están alejados de la controversia.
Snapchat al alza
Para seguir en el terreno de lo anónimo y lo efímero, Snapchat se convirtió en la tercera red social más popular, en Estados Unidos, entre los usuarios de 18 a 34 años, según datos de Comscore.
Con este servicio se comparte una foto, que no se guarda en el teléfono, y que se "autodestruirá" tras 10 segundos
"Es como hablar con imágenes, por ello tienen tanta aceptación entre los adolescentes", precisa Jorge Ramírez, mentor de Apps.co. Refiere que, de hecho, los jóvenes ya no utilizan mail "porque les parece lento". También lo ha entrado a remplazar el chat.
En esto también ha tenido algo que ver las redes sociales, primero Twitter, con sus 140 caracteres, y luego Facebook, que recientemente adquirió a Slingshot en la que concentró esfuerzos por competir con la pionera, Snapshot.
Tras dos meses de haberla lanzado no parece conquistar a los usuarios, a pesar de que introdujo características como incluir reacciones de los amigos y responder a ellas. No obstante, el fenómeno apenas comienza. La imagen vale y el anonimato impera. ¿Hasta dónde llegan los límites?.