Entrar a la universidad no es el asunto. Lo que debe preocupar es mantenerse en ella, que no parece una tarea sencilla.
Sí. Un estudio de Fabio Sánchez, investigador asociado a la Escuela de Gobierno Alberto Lleras de la Universidad de los Andes, acaba de reafirmar que de dos estudiantes que ingresan al ciclo superior, sólo uno finaliza.
El tema tiene tanto de largo como de ancho. Aunque a 2007 la cobertura había subido al 31,8 por ciento, 8 puntos por encima de lo que se tenía a comienzos de siglo, no es fácil para un joven mantenerse en el sistema.
El análisis de Sánchez no es puntual. Por vez primera se tomaron los datos de cerca de 200 instituciones de educación superior y unos dos millones de estudiantes.
Uno de los factores determinantes en la deserción es la falta de competencias académicas que trae el joven desde la educación básica.
Así, los alumnos con puntajes más altos en los Icfes registran menores tasas de deserción y a medida que avanzan los semestres la diferencia aumenta: en el segundo semestre permanece el 80,21 por ciento de los alumnos que obtuvieron puntaje alto, 74,64 de los del nivel medio y 67,88 de los de puntaje bajo.
Para el sexto semestre, seguía 63,07 de los de puntaje alto y tan solo 42,53 por ciento de los de bajo.
Para sorpresa, se encontró que el 48,92 por ciento de los desertores había aprobado todas las materias, lo que sugiere que existe un elevado número de jóvenes que no se gradúa porque no hace la tesis de grado.
En todas las áreas se matriculan más hombres que mujeres en el primer semestre, pero a medida que avanzan, éstas tienen menos riesgo de desertar (1,27 por ciento) y se gradúan en menor tiempo que los hombres.
Entre el octavo y décimo semestre, cuando acaban la mayoría de carreras, permanece el 45 por ciento de las mujeres y sólo el 37 por ciento de los hombres.
Uno de los factores que incide es el socioeconómico. A medida que avanzan los semestres, quienes permanecen matriculados son en mayor proporción estudiantes de hogares con ingresos más altos. Para noveno semestre, la diferencia del grupo de mayores ingresos frente al de menores, es de 40 puntos porcentuales.
Quienes reciben apoyo financiero institucional o del Icetex, tienen menor riesgo de desertar. Los que reciben crédito durante cuatro semestres o más tienen un riesgo deserción 30 puntos porcentuales menor que los que no.
La tarea está medio hecha. No se trata sólo de aumentar cobertura, sino que sea real. De 100 bachilleres que se gradúan, 31 ingresan a la universidad y apenas 16 terminan.
Aunque la ministra Cecilia María Vélez reveló que la deserción ha disminuido en 3,5 puntos, el problema es serio.
Hoy el dinero invertido en jóvenes universitarios se está quedando en las aulas en unas sillas... vacías.