- Miguel Ángel Correa es un ejemplo de superación.
De niño cantaba en los buses de Medellín. - Acto humanitario del técnico de fútbol Zurdo López, le brindó una gran oportunidad.
- Cómo un niño paisa, en estado de desprotección, se convirtió en médico de la AFA.
Por
Pablo Arbeláez Restrepo
Medellín
En el interior de los buses del centro quedaron grabadas las canciones que interpretaba Miguel Ángel López, quien hoy ejerce como médico de control al dopaje en la Asociación del Fútbol Argentino.
La historia de Miguel Ángel es como de fábula, de esas dignas de contar y resaltar, para que la gente crea que siempre existirán los posibles.
Todo nació en 1982, cuando el
Zurdo Miguel Ángel López se convirtió en el técnico del Atlético Nacional, después de haber sido uno de sus jugadores emblemáticos, y remplazar como adiestrador al maestro Oswaldo Juan Zubeldía, muerto en enero de ese año.
"Cuando salía del Hotel Nutibara donde estaba viviendo en esa época, los niños me cogían el paso, porque siempre he tenido amigos en la calle. Veía qué hacían los pequeños, pero me fijé en alguien en especial. Alguna vez lo seguí, el niño se subió a un bus y adentro empezó a cantar. Al bajar estaba feliz y con la sonrisa a flor de labios. Acababa de interpretar
La mochila azul, recordó López.
El
Zurdo supo desde ese mágico instante que algo iba a suceder con ese pequeño, cuyo padre vendía lotería por los alrededores de la Plazuela Nutibara.
"Yo le tomé afecto al grupo de chicos. Incluso, con los días les permití que subieran al bus del Atlético Nacional para que cantaran en el viaje de ida del centro de Medellín al estadio Atanasio Girardot. Ya no eran monedas lo que recibían sino billetes de parte de los jugadores del equipo profesional".
Los ojos de Miguel Ángel López, padre, brillan como estrellas refulgentes. El rostro se le ilumina al hablar de este niño, de otra luminaria que durante 25 años ha sido parte de su vida.
"Miguel Ángel, que siempre se llamó así, iba a los partidos del Nacional, pero se quedaba dormido en el camerino. Rara vez saltaba a la cancha con el equipo, pero sí hacía parte del grupo de chiquillos que se bañaban en las duchas, porque los jugadores los mandaban al final de los partidos. Tanto fue el cariño que le tomaron a Miguel que terminaron llamándolo
Ñoño, porque en esa época era un gordito simpático", recuerda el
Zurdo.
Con el paso de esos meses de 1982, el
Zurdo se apegó
con más cariño al sardino que deambulaba por las calles del centro de la ciudad. Casi nunca se despegó del técnico, quien se dio a la tarea de averiguar por él, saber de dónde venía, quiénes eran sus padres y cómo vivía en realidad.
"Él era un niño desprotegido que requería de todo el afecto del mundo. Su padre vendía lotería, pero no tenía una madre que viera por él. Al saber más de Miguel, tomé la decisión de invitarlo a estudiar y que yo me encargaría de costear el primer año escolar".
Arnulfo Restrepo, empleado de Viajes Rutassa, amigo del
Zurdo hizo averiguaciones sobre la vida de Miguel Ángel. Le consiguió colegio, pero con una condición:
"Si vos ganás el año, no faltás a la escuela y si no tengo quejas tuyas, te llevo a Buenos Aires".
Y el niño cumplió, incluso con notas sobresalientes. El
Zurdo, que había vuelto a Argentina a finales de 1982, siempre estuvo pendiente de él. Mandaba el dinero para costear su manutención y los estudios escolares.
"Al saber que le iba bien, mandé por Miguel Ángel. Conoció a mi familia con el beneplácito de Rosa, mi esposa, que también tuvo mucho que ver en la decisión que tomamos después: su adopción".
Miguel no tenía papeles. No había partida de bautismo ni registro civil. Arnulfo, el de la agencia de viajes ayudó como el que más y con el servicio de varios abogados se dio a la tarea de poner al día al muchacho en estos temas, hasta que obtuvo tarjeta de identidad y pasaporte. Y también estaba el visto bueno de la adopción de parte de Ramiro, el padre biológico del niño. En aquellos días el pequeño tenía sólo seis años de edad.
"Siempre hablé con el papá y le expuse con claridad lo que pretendíamos con el muchacho. Todo quedó claro y en unas vacaciones se vino del todo con nosotros a México, pues yo estaba dirigiendo en el América de ese país".
Miguel Ángel, que ya no era más Correa y lucía con orgullo el López, dio el paso, vivió en la nación centroamericana, más tarde se fue del todo a Buenos Aires, donde al lado de Rosa supo lo que era tener una mamá, con la tutela del
Zurdo que le mostró el camino acertado, tras regalarle las llaves del éxito: la educación.
"Es tanta su inteligencia, que en México aprobó dos años en uno", cuenta orgulloso el
Zurdo, quien saca pecho porque ésta es la estrella más grande que ha conseguido en su vida, más reluciente que las cuatro de la Copa Libertadores con Independiente de Argentina.
Los años se fueron presurosos, Miguel Ángel se adaptó a la vida de Buenos Aires, hizo su bachillerato y después vino la universidad en la que se graduó de médico, cómo para olvidar las subidas a los buses de su recordado Medellín en donde no cantó más
La de la mochila azul.
?Mi país es mi país?: López Miguel Ángel López, hijo, ha vivido desde pequeño en Buenos Aires, donde encontró una familia y logró ser un profesional de la medicina. EL COLOMBIANO habló con él, vía telefónica.
?Haber conocido al Zurdo Miguel Ángel López me brindó la oportunidad de tener una familia que me ha dado todo. En ellos encontré otras posibilidades del amor, que me han brindado muchas cosas más. Aunque estamos separados debido al trabajo sigo teniendo muy pendientes a mis padres. A Miguel Ángel lo sigo a donde quiera que vaya, porque lo llevo dentro de mi corazón?, enfatiza el hijo del Zurdo López.
Sobre su permanencia en la República Argentina resalta que ?en este momento tengo la posibilidad de manejar la doble ciudadanía que me brinda el hecho de haber nacido en Colombia y de criarme en Argentina; pero mi país es mi país?.
?Todo lo ganó a pulso?: Ordóñez Juan José Ordóñez Gribaudo, preparador físico de confianza del técnico Miguel Ángel López, quien promociona el Sistema Único de Entrenamiento en Medellín, tiene un alto concepto de Miguel Ángel López, hijo. ?Él es un muchacho introvertido, independiente y dedicado. Todo se lo ha ganado a pulso. Es como si fuera un antioqueño, pero con acento porteño. Es buen negociante y echado pa?delante. En él se ha inspirado toda una obra humana. Hace dos años me lo llevé para mi pueblo en Córdoba, La Cruz, y se mostró como un gran deportista, un fanático de la bicicleta, alguien que recuerda las montañas de su natal Medellín y de la gente de esta ciudad. Cuando se presentó en la AFA, Julio Grondona lo recibió como si se tratara de alguien de sus afectos. El día de la graduación como médico de control al dopaje le dijo: ?Te estabas demorando en llegar, más si eres el hijo del Zurdo López?.
?Es un orgullo ser hijo del Zurdo? Una de las grandes alegrías que le ha brindado la vida a Miguel Ángel López, hijo, es ser el hijo adoptivo del Zurdo que fuera jugador y técnico del Atlético Nacional.
?Me siento feliz de haber encontrado un padre como Miguel Ángel López. Él es una persona muy reconocida, por haber sido un excelente jugador y un destacado técnico. Un triunfador en toda la extensión de la palabra?, resalta desde Buenos Aires, el hijo adoptivo del Zurdo, quien esta semana estuvo de paso por Medellín.
?Esta oportunidad que me brindó la vida me dio la posibilidad de llegar a ser médico de control al dopaje en la AFA, Asociación del Fútbol Argentino, donde realizo pruebas en cualquier categoría, en la Copa Libertadores y en otros torneos. He trabajado en empresas de emergencias médicas, en clínicas y hospitales. Más adelante espero hacer una nueva especialización, esta vez en nutrición?.
?Estas son cosas de Dios?: Zurdo Miguel Ángel Zurdo López Elhall está convencido de que lo que le sucedió, al haber sacado de la calle a su hijo Miguel Ángel, es un asunto de Dios. ?Yo volví a Medellín en 1982 en condición de técnico del Atlético Nacional, pero con los años supe que mi misión era darle una mano a alguien que lo necesitaba. El mundo no ha podido entender que estos muchachos requieren de eso: el amor de sus congéneres y no pasar al lado de ellos y dejarlos tirados, así como así. La nuestra, de Rosa y mía, fue una decisión complicada, pero Dios nos iluminó para poderle darle la mano a una persona de la calidad de Miguel Ángel, quien a los 30 años de vida es todo un ejemplo para la gente. Para que todos nos convenzamos de que sí se puede, que todo es posible y que los sueños se pueden alimentar de las múltiples posibilidades del amor. Y esto es de lo que se ha encargado de enfatizar todos los días mi hijo?.