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En un mes han llegado a Buenaventura 380 policías, 400 soldados y 200 hombres de la Infantería de Marina para garantizar la seguridad de los ciudadanos que han visto como la guerra entre bandas criminales y el ajuste de cuentas cobran vidas de manera macabra. Ya hay resultados: el sábado se incautó una tonelada de cocaína que iba para Centroamérica y el domingo se capturó a un supuesto cabecilla de "Los Urabeños", conocido en el puerto como "el Fat" o "Bola".
Pero la situación en Buenaventura revela las tácticas de guerra que usaron los paramilitares entre 1998 y 2006 en Colombia. En entrevista con la Revista Semana, Max Schoening, investigador de Human Rights Watch, y quien realizo un estudio sobre la ciudad, reveló que el 13 de septiembre del año pasado, un día después de una marcha y una plegaria por la paz convocada por el obispo de Buenaventura, y en la que participaron cientos de ciudadanos, las bandas criminales dejaron la cabeza de un joven de 23 años en una cancha de fútbol, repartieron sus restos por los barrios y amenazaron a los familiares por exigir justicia.
Según un líder comunal del barrio Viento Libre, al que le dicen Viento Plomo, pese a la presencia de las autoridades en Buenaventura todos tienen miedo de denunciar que los extorsionan, porque cualquiera que tenga un negocio, por pequeño que sea, tiene que pagar, y la amenaza para "el sapo" es que si denuncian "lo pican en pedacitos".
Justo José Miguel Vivanco, director para las Américas de Human Rights Watch, dijo que la situación que se vive en el puerto es una de las situaciones más alarmantes que han registrado en Colombia desde que trabajan en el país. "Barrios enteros de la ciudad se encuentran bajo el dominio de poderosos grupos sucesores de paramilitares... que restringen la circulación de habitantes, reclutan a sus hijos, extorsionan a comerciantes y participan habitualmente en actos aberrantes de violencia", aseguró Vivanco, quien agregó que solo pasar de un barrio a otro puede significar un secuestro y ser desmembrado.
El contralmirante Pablo Romero Rojas, Comandante de la Fuerza Naval del Pacífico, aseguró que "el objetivo con este reforzamiento militar en Buenaventura, como lo hemos llamado a nivel local, es recuperar la sensación de seguridad entre la gente, causar un impacto que sea inmediato, sentido, demostrable".