viernes
7 y 9
7 y 9
La cotización de la mora Pantanillo que fue referente del valor de esta fruta, por mucho tiempo, en la Central Mayorista de Antioquia es historia, como lo es la producción de flores de los pequeños cultivadores que le debieron dejar ese espacio a las empresas grandes.
Esos son apenas dos ejemplos de la transformación y las pérdidas que observa el área rural de Envigado, en el sur del valle de Aburrá, donde por estos días avanza la recolección de datos para alimentar el Censo Nacional Agropecuario.
Y es que a la vereda Pantanillo de Envigado, a 2.710 metros sobre el nivel del mar, el punto más alto de ese municipio, ha llegado José Miguel Zapata, censista del Departamento Administrativo Nacional de Estadística (Dane), quien a pesar de haber nacido en esa localidad se sorprende de la información que recibe en los predios que visita.
"No sabía que por estos lados se criaban toros de lidia o cerdos", explica el muchacho, quien dotado con un dispositivo móvil hace parte del equipo que por estos días reúne la información agropecuaria de 3.195 predios rurales, que se estima tiene Envigado.
Pero lo que descubre Zapata no sorprende a Jorge Marín, exfuncionario de la Unidad Municipal de Asistencia Técnica Agropecuaria (Umata), quien, por el contrario, ha sido testigo de como ese municipio ha perdido su frontera agropecuaria para darle paso a la urbanización.
Según este veterano, para cuando se levante un nuevo censo, en otros diez años, no se encontrará rastro ni olor de campo en Envigado. "Aquí, en siete años, el desarrollo urbanístico ha reducido a la mitad el área rural y la otra mitad la desaparecerá el cemento en muy poco tiempo".
Con la recolección de datos en marcha y un referente de hace más de 40 años, cuando se realizó el último censo agropecuario en Colombia, el fenómeno de urbanización y de cambio en la vocación del uso de la tierra no es exclusivo de Envigado, pues es algo que el trabajo de campo ha detectado en muchas regiones, como el Eje Cafetero o la Costa.
La visión de Marín y la percepción de los censistas en Colombia están en línea con los estudios de la Organización de la Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), que señalan que con un porcentaje del 78 por ciento, América Latina y El Caribe es la región en desarrollo más urbanizada del mundo.
La FAO advierte que el número de residentes en las urbes de la región podría aumentar hasta un 88 por ciento en el año 2050 y sugiere que para sustentar a esa población alejada de los campos hay que crear estrategias que permitan la autosostenibilidad y es ahí donde jugará un papel trascendental la agricultura urbana, que es un concepto nuevo y en el que la Universidad Nacional ha empezado a desarrollar algunos modelos.
El avance
Según el Dane, antier empezó el operativo del censo en Yondó, Magdalena Medio antioqueño, que era la única localidad que faltaba y donde se espera termine la recolección de datos a finales de octubre.
El avance de la tarea en este departamento es del 23 por ciento y según Luis Felipe Gómez, coordinador del censo en Envigado, la labor llega al 34 por ciento y considera que estará terminada en un mes.
"Estamos adelantando el recorrido en la vereda Vallano, seguiremos hacia Las Palmas y dejamos para el final a Pantanillo y Perico, que son las de mayor actividad agropecuaria, pues en El Escobero y Santa Catalina el nivel de urbanización es alto".
En el país el censo está en 575 municipios de 14 departamentos y en la primera semana septiembre arrancará en Bogotá, Cundinamarca, Meta, Nariño y Putumayo, donde abarcará otros 210 municipios. También se iniciará en Córdoba, Sucre, Santander y Norte de Santander (183 localidades más).
El cronograma contempla que el 8 de septiembre, la labor de captura de información comience en el Litoral Pacífico, Amazonía, Orinoquía, La Guajira, Sierra Nevada de Santa Marta, San Andrés y Providencia, este último considerado el departamento con la menor extensión de zona rural.
Escepticismo
Desentendido de la agricultura urbana pregonada por la FAO y la Universidad Nacional, o de las bondades futuras del censo para la implementación de una política agropecuaria, en su lote de una hectárea, en la vereda Perico de Envigado, Eduardo Ríos, es pesimista acerca del devenir del campo.
Este campesino, que de joven tardaba más de tres horas para sacar sus productos hasta Medellín, ha visto desaparecer la supremacía de la mora Pantanillo en el mercado de la Mayorista o como los grandes cultivos de flores en la zona le quitaron esa renta a los pequeños agricultores.
Ahora, prevé que el próximo traslado del peaje de Las Palmas, en la doble calzada al aeropuerto José María Córdova de Rionegro, abrirá el apetito de los compradores de tierras para parcelaciones o urbanizaciones por su lote, que cariñosamente llama Buenavista.
Mientras esos inversionistas aparecen, Ríos por el momento se concentra en la siembra de papa, mora y mostaza, así como en el cuidado de sus vacas lecheras. Él y otros siete labriegos conforman la Asociación de Productores de Leche de Envigado (Asprolen), que le venden semanalmente unos 4.000 litros de leche a Lácteos El Ranchero.
Tras responder el cuestionario, el labriego sigue sin comprender qué utilidad tendrá ese ejercicio y no entiende qué bondades podrían derivarse de ese inventario.
La carencia de seguridad social y la inexistente posibilidad de una pensión, hacen pensar al campesino que en poco tiempo deberá vender su predio al mejor postor, para un desarrollo urbanístico similar al que se nota en la zona, y con los recursos que obtenga terminar su vida de una manera digna.
El discurso de una agricultura urbana, que genere ingresos por la venta de los excedentes de los huertos y de la pequeña producción pecuaria, el enriquecimiento de la dieta familiar y el estimulo en la generación de áreas verdes en las ciudades, resulta retórico para el labriego, quien no recuerda siquiera haber tenido apoyo técnico o beneficios de los publicitados programas oficiales.