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¿A algún padre se le ocurriría permitir que su hija saliera de la casa una noche a pasear hasta el amanecer, con gente desconocida sin tener ni idea para dónde va ni qué estará haciendo? ¿O consentir que los niños tuvieran en su propia habitación una videoteca de pornografía que les permita ver las más grotescas experiencias sexuales expuestas en forma explícita? y que hasta pueda participar en ellas...
Sin embargo, hoy permitimos que nuestros hijos tengan todo esto cuando los dejamos que deambulen solos por el mundo virtual gracias a que tienen acceso a internet a todas horas del día... y de la noche, inclusive en su propia habitación. Si bien la red es un mecanismo extraordinario para comunicarnos con el mundo entero y que ofrece maravillosas posibilidades, también es uno que permite participar de experiencias destructivas y monstruosas.
Es cierto que internet es una realidad de la que no podemos ni debemos abstraer a los hijos, y que les puede proporcionar grandes beneficios. Pero los padres debemos controlar su acceso porque a través de la misma pueden conocer y participar de experiencias que los pueden dañar... porque son menores de edad y no tienen los criterios ni la madurez para evaluar la calidad de lo que ven, ni saber qué cosas pueden ser nocivas.
Los perjuicios que ha causado el uso indebido de las posibilidades que ofrecen las nuevas tecnologías han llevado a que el FBI, la Interpol, la Asociación Médica Americana, la Organización Mundial de la Salud, entre otras, recomienden oficialmente que los menores de edad no tengan una computadora conectada a internet en su habitación, ni acceso a través del celular, mientras no haya un adulto que pueda supervisar lo que están viendo o haciendo. La red les abre las puertas a un mundo sin leyes, sin normas, sin rostros... sin límites, y por eso es un entorno al que hay que saber asomarse.
Hoy los padres ya no tenemos que preparar a los hijos para que se incorporen al mundo que los rodea, sino que además debemos estar más atentos que nunca a protegerlos de sus peligros. Y la internet es uno de ellos porque los informa... pero no los forma, y sí los puede deformar.
*Autora y Educadora Familiar