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Es un descaro. Todo el mundo lo dice, lo grita, pero el descaro sigue. La corrupción y el saqueo que campean en el sector de la salud es tan grave como las acciones de los grupos armados y con repercusiones sociales tan preocupantes como las del narcotráfico. Para nada ha servido el sartal de leyes, decretos, resoluciones y medidas administrativas. El Ministro de Salud, Alejandro Gaviria, anunció que ni siquiera habrá reforma.
Según cifras reveladas esta semana por la Defensoría del Pueblo, en el 2013, por temas de salud, se presentó una acción de tutela cada cuatro minutos. Particularmente por fallas en el suministro de medicamentos, fueron presentados cerca de 25 mil de estos recursos.
En días pasados, el senador Armando Benedetti, con admirable actitud, denunció que los empresarios de los medicamentos biotecnológicos le habían enviado una carta al actual embajador de Colombia en Estados Unidos, pidiéndole que evite que lleguen al país medicamentos más baratos y genéricos. Es decir, rogando que se mantenga su descarado monopolio.
Lo medicamentos biotecnológicos sirven para enfermedades como la diabetes, osteoporosis, hepatitis, cáncer, entre otros. Y cada año aumenta la oferta de estos fármacos, lo cual representa mayores posibilidades para mejorar la calidad de vida de los enfermos.
Cierto medicamento cuesta en Colombia 31 millones de pesos, a pesar de que el costo real de producción por gramo es de 256.500 pesos. En la mayoría de países es 50 veces más costoso. En otros países latinoamericanos autorizan medicamentos genéricos y estas multinacionales los venden, increíblemente, más baratos.
Colombia ocupa el sexto lugar en el mundo con los medicamentos más costosos. Lo que parecen no entender las empresas farmacéuticas es que su avaricia es criminal, pues miles de pacientes han muerto por no poder acceder a los medicamentos. "Son más baratos los ataúdes que los medicamentos", señaló con gran inteligencia el periodista Juan Gossaín.
Cerca de 7 billones de pesos anuales le representan los gastos en medicamentos al Estado. Solo el primer semestre de este año, estas medicinas biotecnológicas le costaron al país 1.6 billones de pesos. De los 10 medicamentos más recobrados en el Fosyga, ocho son biotecnológicos.
En el 2011, según la Federación Médica, en Colombia se pagaron 669 mil millones de pesos más por concepto de medicamentos biotecnológicos, que los que se pagaron en España, por el mismo rubro.
En el TLC con los Estados Unidos, imperaron las exigencias del laboratorio Big Pharma, por ejemplo, prohibiendo la importación o fabricación de medicamentos genéricos que compitan con los patentados.
En el diario El Mundo, el 7 de agosto de 2013, el columnista José Alvear Sanín denunció a Afidro, asociación de estas multinacionales. El 25 de junio del mismo año —contó Alvear—, se reunieron hasta altas horas de la noche la Comisión de Conciliación del Congreso, el Ministro de Salud Alejandro Gaviria, y Afidro. Finalmente, el texto original que buscaba bajar considerablemente los precios, fue cambiado. La denuncia no tuvo ninguna trascendencia.
Hubo ocho borradores del decreto para obligarlos a bajar los precios. Con razón el desespero de estas multinacionales, que las obligó a usar la vía diplomática para hacer lobby con el embajador colombiano en Estados Unidos. Como diría Juan Gossaín, pánico tienen estos buitres de la salud de que se les acabe el festín.