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Cuando se le pregunta a Jorge Benavides por qué es apodado "El Gato", responde.
-- Porque lo mío es cazar a las ratas.
Benavides es parte importante del paisaje urbano de Popayán. Lleva años plantándose como valla humana en el centro de la ciudad, para transmitir cada día un mensaje crítico sobre el hecho del momento.
En una jornada protesta contra el maltrato a los jubilados, en otra se queja de la minería en el Cauca, y así.
El procedimiento es casi siempre el mismo: Benavides se estaciona en la calle con un cartel que contiene una leyenda breve. He aquí algunas de sus proclamas:
"Los desempleados ya consiguieron puesto… en las bancas del parque".
"Prohibido robar: el gobierno no acepta competencia".
"Un pueblo que elige corruptos no es víctima: es cómplice".
Aparte de exhibir pancartas con textos críticos, Benavides se disfraza. Un día se enfunda en una bata de médico para empujar una silla de ruedas en la que viaja un muñeco maltrecho. El letrero en este caso dice: "aquí voy, como todo un profesional de la salud, dándole a alguien el paseo de la muerte".
Después arrea un burro que tiene en el lomo esta frase: "sigue votando por los corruptos, colega".
Una de sus críticas más celebradas fue cuando se puso una falda para pedir respeto por las mujeres. En aquellos días el empresario Andrés Jaramillo había concedido una declaración machista en la cual se preguntaba a qué juega una mujer que asiste a un establecimiento público en minifalda.
Eso sí: las protestas más recurrentes de Jorge Benavides son contra las ratas.
-- ¿No le parece injusta esa comparación?
-- Eso me han dicho, pero qué va.
Entonces expone sus argumentos: tanto los políticos como las ratas son capaces de roer sin que se den cuenta. Unos y otras tienen agilidad para trepar, unos y otras pueden flexibilizar su esqueleto para meterse por cualquier agujero oscuro, y huir.
En lo que más se parecen – agrega tras una pausa – es en el daltonismo.
-- Bueno, ahí sí me perdí.
-- Espere y le cuento: en cualquier enciclopedia usted va a encontrar que las ratas no pueden distinguir los colores…
-- No entiendo…
-- Los políticos colombianos tampoco: a ellos les da lo mismo ser azules que rojos. Mire el ejemplo de Roy Barreras: fue uribista, ahora es santista, y seguramente dentro de unos años será vargasllerista.
"El Gato" Benavides, un hombre menudo nacido en Bogotá, vive en Popayán desde 1996. Tiene dientes grandes separados entre sí, y un bigote frondoso bajo su nariz afilada.
A los 57 años está estudiando dos carreras – derecho y comunicación social – gracias al dinero que le dan los peatones.
Es universitario a estas alturas porque cree que cualquier edad es oportuna para aprender. En todo caso, él se considera reportero desde hace rato. Su sátira callejera, dice, es una caricatura que él publica en el gran periódico de la vida.
Benavides informa ahora que debe retirarse para ir a analizar la reforma tributaria anunciada recientemente por el gobierno. Él teme que, como en anteriores ocasiones, los impuestos de los colombianos solo sirvan para financiar la maquinaria de la burocracia. Desde ya – concluye – está vigilando cada movimiento de esa ratonera.