<img height="1" width="1" style="display:none" src="https://www.facebook.com/tr?id=378526515676058&amp;ev=PageView&amp;noscript=1">
HISTÓRICO
EL MAESTRO EVELIO
  • EL MAESTRO EVELIO |
    EL MAESTRO EVELIO |
Por ALBERTO VELÁSQUEZ MARTÍNEZ | Publicado

Mañana la Asociación de Egresados de la Escuela de Minas rendirá justo homenaje a dos desaparecidos ingenieros, Guillermo Gaviria y Evelio Ramírez. Sobre Guillermo Gaviria mucho se ha escrito. Sobre Evelio Ramírez, poco.

Nuestra amistad con Evelio Ramírez fue larga y sincera. Se remonta a la época de los años 60 del siglo pasado, cuando ejercía con reconocida eficiencia la Alcaldía de Medellín. Fue un gobierno progresista y respetable.

Luego coincidimos como concejales en el cabildo de la capital de Antioquia. Él como buen liberal. Nosotros como militantes del ala progresista del conservatismo paisa.

En las lecciones de 1970 –Frente Nacional– nos volvimos a encontrar. Fuimos elegidos para la Cámara de Representantes. En orillas opuestas pero cultivando una amistad que no tenía sombras ni sospechas. Veníamos de fundar el grupo Tema Libre de El Colombiano, iniciativa que contó desde su creación con Evelio Ramírez, una de las primeras figuras para sostener y prolongar dicho espacio de opinión que duró 35 años. Allí discrepaba, analizaba y sostenía con comprobada convicción puntos de vista no siempre coincidentes con el pensamiento editorial del periódico.

Evelio fue leal a su pensamiento político, muchas veces de rueda libre para discrepar de la sancta sanctorum de la férrea disciplina oficialista. Cuando nosotros, hastiados de la vida congresional, desertamos de la actividad parlamentaria para dedicarnos de lleno al periodismo, Evelio permaneció fiel a su vocación y llegó al Senado. Fue siempre factor esencial en la votación que Antioquia les prodigaba, primero a los candidatos presidenciales del Frente Nacional y luego a los elegidos a nombre del liberalismo.

Habiendo sufragado por segunda vez por López Michelsen –quien fuera derrotado por Belisario Betancur en 1982– aceptó la embajada en Bulgaria ofrecida por el gobierno de su paisano. Su labor diplomática fue fecunda y aprovechó parte de su tiempo para perfeccionar el francés. Así pudo traducir buena parte de la obra de Baudelaire.

Fue un político integral en la mejor acepción del vocablo. Humanista y analista de los fenómenos sociales y económicos del país y del mundo. Calificado ingeniero calculista. Amigo como pocos. Solidario sin vacilaciones. Incursionó en la poesía, aún en la mística.

En los últimos años, ya cancelada toda ambición política y con su prestancia mental e intelectual, exponía con racionalidad sus puntos de vista. Coincidimos en gratas tertulias que reunía a amigos entrañables, muchos de los cuales ya partieron hacia la eternidad. Fuimos testigos de los gratos encuentros que sostuvo con Otto Morales, ese protagonista excepcional que sentía una deferencia especial por Evelio, con quien compartía las tesis de un liberalismo social incluyente y contestatario.

Días antes de su deceso lo visitamos en la clínica. Estrechamos su mano cuando ya no podía hablar. La emoción nos embargó a ambos. Ya nos queda el recuerdo del camarada afectuoso con quien controvertimos, coincidimos, rememoramos, actuamos y degustamos pasajes, libros y ensayos literarios. Con ese amigo que sigue descompletando la baraja de ases que nos quedaba en la mano para jugarnos toda clase de utopías. Al que seguimos extrañando como el interlocutor válido y brillante de la filosofía liberal.

El homenaje que mañana le rinden sus colegas no podía ser más merecido.

x