Colombia aspira a convertirse en una sociedad atractiva, no solo desde el punto de vista de la economía y sus condiciones de competitividad, sino también como sociedad en sí misma con lo cual sus posibilidades económicas y sociales pueden mejorar así como las instituciones que se requieren para lograr la atractividad.
Una de las condiciones para poder ser atractivos se fundamenta en que la democracia como sistema de gobierno permita que las minorías de toda índole tengan una verdadera participación en la definición de las reglas de juego, tarea por demás compleja.
El acceso de las minorías a las instituciones en donde se definen las reglas de juego de la sociedad tiene fundamento en el principio inviolable del derecho de las minorías. En la sociedad liberal, entendida como el tipo ideal (del estilo weberiano) por la primacía de la libertad sobre cualquier otro valor político o jurídico e inclusive por encima del valor de la igualdad, se reconoce el derecho de las minorías y su participación en política.
Asimismo, el liberalismo, entendido como la visión de la sociedad que apela a los principios de la defensa de los derechos fundamentales, de la existencia de un sistema de economía de mercado y del pluralismo, abre las puertas a una organización social que sienta sus bases sobre los consensos y disensos y no sobre los conflictos.
En términos prácticos, las sociedades han tratado de reglamentar la participación de las minorías, por lo menos en el ámbito del poder legislativo, definiendo umbrales electorales (mínimo de votos establecido para obtener participación en el Congreso). En Colombia, por ejemplo, en la actualidad se ha establecido un umbral de 3 por ciento, el promedio de los países europeos es el de 5 por ciento, con Holanda como caso mínimo extremo del 0,6 por ciento y en Turquía es del 10 por ciento. El objetivo de los umbrales es poner un límite a la atomización de movimientos y partidos políticos y dar cabida a colectivos consolidados que realmente logren representación efectiva en los órganos colegiados como el Congreso.
El caso colombiano
En Colombia la participación de las minorías en el poder legislativo no se ha quedado atrás y los movimientos de origen étnico y religioso han logrado una representación importante. Si se considera el indicador de derechos políticos y libertades civiles que produce anualmente la organización Freedom House, como una proxy de la situación de las minorías, se observa que Colombia tiene mucho para mejorar. En ese indicador Colombia aparece con una calificación de 4 (el indicador varía de 1 a 7) considerando el rango entre 1 y 2.5 como los países libres, entre 3 y 5.5 los países parcialmente libres y entre 5.5 y 7 como los países que no respetan los derechos políticos y las libertades civiles. La calificación de 4 ubica a Colombia en la categoría de parcialmente libre, la cual se ha mantenido en los últimos veinte años.
La pregunta de fondo en materia política sigue siendo: ¿Qué tipo de partidos necesita la democracia colombiana? Indudablemente Colombia tiene mucho camino por recorrer en materia de consolidación política de tal manera que los ciudadanos perciban verdaderas plataformas ideológicas basadas en los objetivos del bien común, la ética de lo público, los derechos políticos y las libertades civiles factores todos que determinan la construcción de una sociedad atractiva y competitiva.
*Docente e investigador de la Universidad de Antioquia.