Las imágenes y relatos posteriores a la emboscada contra una patrulla policial, en Puerto Libertador, entre Córdoba y Antioquia, la mañana del pasado martes, son tan sobrecogedoras como repudiables. En el piedecuesta de las serranías que se desprenden del Nudo del Paramillo quedaron sepultadas las ilusiones de otros siete uniformados a quienes atacó un comando que anuncia el crecimiento de otro engendro más de los grupos armados ilegales: la fusión militar de guerrilleros de las Farc con miembros de la banda criminal "los Úsuga".
En pleno proceso de negociación en Cuba, donde el Gobierno de
Juan Manuel Santos se sentó a la mesa aceptando a las Farc como un par con el cual dialoga, ahora la guerrilla envía el mensaje de que sus intereses, sus fines, no tienen límites y está dispuesta a aliarse con un clan narcotraficante para combatir al Estado y sus Fuerzas Armadas.
Empecemos por ahí: ¡vaya mensaje… Cuando la sociedad colombiana se abre a buscar el fin del conflicto armado mediante discusiones y mecanismos políticos, con acompañamiento internacional; justo entonces cuando destina a un reputado y calificado grupo de negociadores, en el terreno de la política, de lo militar, de lo humanitario, lo económico-agrario, e incluso de los temas de género, las Farc se hibridan con delincuentes a los que les incautan pistolas con cachas de oro y diamantes, al mejor estilo de los carteles y los capos mafiosos más extravagantes.
Es decir, al reconocimiento del conflicto armado y a la cualificación del diálogo para terminarlo, después de dos años de pacientes, costosas y polémicas gestiones en La Habana, con la mitad más uno de la comunidad mundial avalando la búsqueda de la paz, las Farc responden con una fusión criminal de la peor laya que reta al Gobierno y le deja un tendal de 11 policías muertos en 15 días.
Presidente
Juan Manuel Santos, la Policía, su Policía, nuestra Policía, acaba de asegurar que los reportes de inteligencia constatan una alianza entre las Farc, más concretamente sus frentes 5, 18, 34, 36, 57 y 58, que delinquen en el Nudo del Paramillo, entre Antioquia y Córdoba, con la banda que dirige alias "Otoniel" (
Dairo Antonio Úsuga ), exguerrillero del Epl, exparamilitar de las Auc y ahora jefe de la banda responsable de los mayores envíos de cocaína a México, Estados Unidos y Europa.
¿Será presidente Santos que un grueso de "la guerrillerada" empieza a advertirle al país cuáles serán los caminos que tomará o de los que definitivamente ya no tiene retorno? En un gesto, muy político, muy de estadista, Usted debería condenar estos asesinatos, otra vez a mansalva, pero sobre todo exigirles a las Farc las calidades mínimas para sentarse a negociar con un Estado ciertamente imperfecto, aunque nunca en las honduras paralelas de esta creciente y desfachatada descomposición guerrillera.
Hace rato que las Farc no son un ejército de descamisados que pelea, romántico y altruista, por reformas de algún fondo y calado de desarrollo y bienestar popular. Son una peligrosa deformación subversiva que a cada mensaje de alta política responde con estas conjunciones mafiosas. A la bella majestad de la inteligencia propuesta por
Humberto de la Calle o a la dignidad guerrera del general
Jorge Enrique Mora, las Farc las ofenden y desprecian buscando sociedades con el hampa de los bajos fondos.
Sería bueno también que las Farc le digan al país si son capaces de asumir, en su integridad, el reto político colosal de la paz. O si eso, eso es lo que hay...
Contraposición SE REQUIERE CLARIDAD DE LA GUERRILLA Y DE QUIENES INVESTIGAN, Y URGE EL CESE EL FUEGO
Por CARLOS LOZANO GUILLÉN
Abogado, periodista y director del semanario Voz Proletaria
Son hechos negativos y minan la credibilidad de la opinión pública en cuanto a las posibilidades de la paz. Pero el problema es que el Gobierno se ha empecinado en que tienen que adelantarse los diálogos en medio de la guerra, en medio del conflicto.
Y lo habíamos advertido: el resultado es ese, más tragedia, más violencia. Y por eso lo que se impone es el tema de los acuerdos humanitarios y un cese el fuego bilateral, que es lo que le puede generar mucha más confianza al país en que el proceso pueda salir adelante.
Lo otro es que ese tema de la asociación de la guerrilla con grupos de narcotraficantes y paramilitares, pues la verdad eso lo veo y lo recibo con beneficio de inventario. No quiero decir que no sea así, porque no me atrevo a señalar que en un conflicto como este, con tantos factores negativos, pues no se puedan dar esas situaciones.
Pero lo que pasa es que a veces estos actos, que por supuesto son tan sensibles, son utilizados con un criterio perverso, por parte de los organismos de inteligencia, para especular y hacer publicidad negativa. No quiero decir que lo que ocurrió no sea repudiable. Quiero decir que la asociación de la guerrilla con narcotraficantes aún no me queda clara y habrá que esperar un pronunciamiento más claro de la guerrilla y de quienes hacen las investigaciones.