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La democracia venezolana estuvo activa ayer. En su nombre, el país respetó el deseo póstumo de Hugo Chávez: elegir a Nicolás Maduro como presidente y nuevo dirigente del proyecto bolivariano impulsado durante 14 años por el chavismo, pero mostró a un país dividido ideológicamente en partes iguales.
Fueron 7’505.338 votantes -el 50,66 por ciento del total de electores- los que optaron por la continuidad de una forma de gobierno que permitió la reducción de la pobreza de 11,36 por ciento en 2001 a 6,97 por ciento en 2011, a base de subsidios, y control a los precios.
“Este humilde servidor fue sometido a tres semanas de guerra sucia. Gracias a Dios ¡Victoriosos, estamos victoriosos con la Constitución en la mano!”, dijo Maduro, refiriéndose al corto periodo que hubo para hacer campaña electoral.
El camino se bifurca ahora para el elegido por el chavismo, mientras la oposición ve como se esfuman las esperanzas del fortalecimiento económico con el fomento a la deuda externa y el levantamiento al control de precios, aunque el estrecho margen de 1,6 puntos porcentuales, tras el 49,07 del total de los votos obtenidos por Capriles, indica que el nuevo Gobierno tendrá que escuchar a la oposición.
Maduro deberá decidir ahora si continuar con el guión que el oficialismo redactó para él o si apartarse de la sombra de Hugo Chávez para dar forma a políticas propias y buscar vías de acercamiento con la oposición.
Sin embargo, de acuerdo con el politólogo Farith Fraija, esta disyuntiva parece tener una respuesta clara. “El reto más importante para Maduro es el cumplimiento del programa de la patria que dejó Chávez y que el presidente electo presentó ante el Consejo Nacional Electoral. Ahí están las claves de la acción planificada que el Gobierno debe ejecutar para solucionar los problemas y potenciar el desarrollo logrado por la revolución”, explicó el experto.
Una apreciación con la que no está de acuerdo el exdirector de Inspección y Fiscalización del Ministerio de Hacienda venezolano, Emilio Nouel, quien alertó sobre la necesidad de que Maduro “actúe sobre políticas propias” y se abra a otros sectores económicos y políticos “que no comulguen con sus planteamientos”.
El riesgo, según el analista, es la “debacle económica”. “Los retos para el Presidente son enormes, pues la situación económica está muy comprometida por una alta deuda externa con China, lo que produce una enorme escasez. Por ejemplo, las empresas de acero que proveen a la industria de los enlatados. Hay que tomar medidas también acerca del reto inflacionario, lo que hace muy posible una nueva devaluación”, señaló Nouel.
Las cifras desalientan a venezolanos de ambas corrientes políticas:_inflación del 22,8 por ciento, desempleo del 7,6 por ciento y una violencia que costó la vida a 16.000 personas el año pasado.
El presidente electo hizo un llamado a la calma tras conocer los resultados. “Queremos decirle también a los candidatos, a las organizaciones políticas, a los comandos que ahora es el momento de ir a sus casas a invitarles a sus seguidores y a sus seguidoras la tranquilidad”.
De otro lado, para el mundo y la región, parece que las cosas no cambiarán drásticamente. Puede esperarse que Maduro afine el desarrollo de las condiciones para una integración más profunda de Venezuela en el Mercosur”, auguró Fraija. Una visión de futuro que no parece abarcar a Estados Unidos.
El primer anuncio de triunfo de Maduro fue que hoy presentará “pruebas directas” sobre acciones de “conspiración” que dijo lo llevaron a expulsar a dos agregados militares de la embajada de E.U. en Caracas”.