- La mayoría son recordados por sus obras sociales en favor de los pobres.
- Comunidades extrañan párrocos que tuvieron por mucho tiempo.
- Arquidiócesis trasladó 90 sacerdotes por diversas razones.
Por
Gloria Luz Gómez Ochoa Medellín
El traslado de cerca de 90 sacerdotes de la Arquidiócesis de Medellín, y de otros 30 de las Diócesis del departamento de Antioquia han generado inconformidad en algunas comunidades. Para la feligresía no sólo les cambian el párroco, que por muchos años los acompañó, sino que les arrebatan sus tradiciones.
En un sentimiento ambiguo, las obras sociales de muchos sacerdotes se convierten en motivo de apego de los creyentes, y justificación de ellos para rechazar al que llega, pues en la mayoría de los casos lo puede cambiar todo.
A la situación, que se presenta desde el mes de octubre del 2004, se suman los cambios de personas de los despachos parroquiales, que para muchos representó desempleo.
En algunas comunidades estos traslados son vistos como positivos, pero las maneras distintas de hacer o decir de los sacerdotes que llegan a las parroquias, se vuelven incómodas para quienes por muchos años tuvieron la misma persona como orientador, consejero y confesor.
En la iglesia Santa Juana de Arco, algunas personas de la comunidad de La Mota se mostraron insatisfechas porque el sacerdote anterior se llevó varios elementos de la parroquia, manifiesta un creyente, que prefirió omitir su nombre.
Sin embargo, monseñor Jorge Aníbal Rojas Bustamante, vicario judicial, canciller y párroco de la iglesia El Portal de Jesús, de Envigado, asegura que no es posible que en una parroquia suceda algo similar a este caso y que los comentarios hacen parte de los rumores o malentendidos de los feligreses.
"Los sacerdotes son los administradores de las parroquias y en cada una de ellas hay un inventario. Los registros se actualizan cada mes ante la curia. Además, cada sacerdote tiene un inventario personal que igualmente reposa en la institución", sostiene el prelado.
Explica que "lo que sucede en estos casos es que cada párroco cuando se marcha se lleva sus pertenencias. No existe la menor posibilidad que se presente este tipo de anomalías".
Desde hace tres años la Arquidiócesis inició un proceso de visitas pastorales con la presencia del Obispo a las 310 parroquias de Medellín, de las cuales se han visitado 220. Aclaró que el cambio de párroco no es un proceso informal, "para este procedimiento se requiere de más de tres horas donde está presente ecónomo, vice-ecónomo, revisor fiscal y párrocos entrante y saliente".
Un asunto de afecto Antes en una parroquia rural un sacerdote podía quedarse 45 o 50 años. Muchos de ellos llegaron a lomo de mula y les tocó hacer carretera, llevar energía eléctrica, construir asilos, colegios, que más tarde fueron entregados al Estado. En la actualidad el derecho canónico sugiere que la estadía de un sacerdote debe ser de cinco años.
Para el presbítero Luis Enrique Bonilla, actual párroco de la iglesia La Visitación, los cambios son convenientes porque la comunidad tiene la oportunidad de escuchar distintas maneras de transmitir el mensaje de Dios.
"Uno sabe dónde amanece pero no dónde dormirá", resalta el religioso y advierte que el buen ambiente "depende del grado de adaptación del sacerdote frente a la comunidad".
Los cambios de horarios en las misas, la ubicación de las imágenes en el templo y el diario quehacer de los párrocos también son, en ocasiones, lo que genera sentimientos encontrados. El párroco de la iglesia La América estuvo 17 años y los cambios que ha se han presentado con la llegada del nuevo han movido a la comunidad.
Gustavo Soto, habitante del barrio y coordinador del grupo de pastoral juvenil, dice que para la gente es complejo y difícil de aceptar porque, todo ser humano tiene resistencia al cambio. Advierte que ante estas situaciones los sacerdotes deben trabajar mucho en la comunicación, porque a veces pecan por no avisar los cambios y queda la sensación de que cada párroco hace lo que quiere.
En muchos casos el acercamiento y el acompañamiento afectivo por parte de los administradores parroquiales es la mayor exigencia de la comunidad. "Por eso ellos deben tener mucha cercanía y expresión afectiva", dice el feligrés.
No sólo el cambio en los horarios de los bautizos, la atención del despacho parroquial, son parte del lamento. Al padre Juan Fernando Posada, que salió jubilado, la comunidad del sector de San Lucas lo extrañará siempre. "Estuve con él 20 años, luchó por la comunidad, la escuela Jesús Restrepo Villa y el colegio", dice Gloria Rozo Rave, del grupo religioso, quien extraña "las visitas de duelo que él hacía y las misas de los martes en la casa de los deudos".
A él lo recodarán como el sacerdote excepcional. "Entregado a la parroquia y a los pobres. Los actos litúrgicos eran hermosos y la Navidad era especial porque los niños tenían una novena dramatizada", comenta la religiosa Emilia Jaramillo.
De esa grata recordación también goza el padre Jesús Emilio Betancur, quien por 19 años estuvo en la iglesia La Visitación, quien fue el pionero de la Fundación Solidaria La Visitación "dedicada a trabajar con las comunidades de los barrios populares de la ciudad", cuenta la actual secretaria del despacho parroquial, Carmen Tulia Rodríguez, quien tuvo la oportunidad de trabajar con él. "Ahora presto mi servicio con el padre Raúl Álvarez, que es un sacerdote muy humano".
Quienes más se duelen de la ausencia de sus párrocos son las comunidades de estratos altos. Según explica el vicario judicial, esto se debe a que ellos permanecieron por más tiempo. Por el contrario, en los barrios populares es menor porque son trasladados, debido a su labor de capellanía e incluso por motivos de seguridad.
Con estos cambios, según las autoridades eclesiales, se busca dinamizar la cotidianidad de las comunidades, para que surjan ideas que fortalezcan los lazos de la Iglesia y la feligresía.
Una Arquidiócesis culta y obediente Monseñor Jorge Aníbal Rojas*
"Un párroco prudente llega escuchando. Es impensable que alguno acabe con un grupo juvenil o religioso, siempre tratarán de fortalecerlos. Las irregularidades en el clero de la Arquidiócesis de Medellín no son posibles por muchas razones, entre ellas, que es un clero muy culto, el único que tiene colegio en Roma, donde se han especializado cerca de 200 sacerdotes. Los sacerdotes estamos blindados por la obediencia al Obispo y al Santo Papa. Incluso entrar a una habitación de un sacerdote es una experiencia edificante, por la austeridad en la que viven.
*Vicario Judicial