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A pesar del intenso sol que golpeaba ayer en la mañana a Riosucio (Chocó), las aguas del Atrato amanecieron varios centímetros más arriba del tercer piso de la casa de Remberto Rovira Valencia. El ambiente de "verano", se oponía a la dura realidad de todo un municipio inundado.
Él y su familia llevaban 15 días viviendo con el poco aire que tenían entre el techo y el nuevo piso de madera que construyeron dentro de su misma casa, hasta que el agua los invadió.
"Mi casa está ahogada. El agua me tapó los tres pisos que construí. Nos quedamos sin nada", dijo Remberto, sentado en la ventana del tercer piso, como si estuviera en el bordo de una piscina. Soltó una sonrisa improvisada, se quejó por la cantidad de culebras que han llegado con el invierno y luego se clavó en las aguas que custodiaban su vivienda. Al instante reapareció y sentenció con el rostro cubierto de agua: "¡Todo esto está perdido!".
Sin duda, esta es la inundación más difícil en los últimos 50 años de Riosucio. O al menos así lo aseguró Sol María Gaviria, quien desde el segundo piso de su casa, llora no haber podido bajar en los últimos 15 días a su patio: "Tengo 87 años, todos los he vivido aquí. Hemos padecido muchos inviernos, pero es la primera vez que mi casa se inunda y que no nos podemos mover", dijo la mujer.
Para Yarlenis Cuesta Mena, a sus 22 años, este invierno tampoco tiene precedentes. Aunque reconoce que el municipio se inunda de vez en vez, hoy no tienen trabajo, no pueden salir, no hay comida "y para colmo, estamos olvidados, nadie viene a ofrecernos ayuda".
Ruffo López, lo que dijo, lo dijo manoteando: "Estamos pasando una situación muy crítica, el Estado nos tiene olvidados. Uno mira las emergencias invernales de otros departamentos y el Gobierno siempre va, pero a nosotros nos tiene abandonados totalmente. ¡Le exigimos al Gobierno que recuerde que nosotros somos moradores de este planeta y que estamos sufriendo!".
En conclusión: el agua tiene anegados los cuatro kilómetros cuadrados del casco urbano del municipio, afectadas las 2.500 casas y sin para dónde moverse a 7.000 personas.
Bajo el agua
Sin visitantes, sin flores, sin entierros, así se ve, desde hace dos semanas, el cementerio de Riosucio. El agua alborotó la fetidez propia de los cuerpos en descomposición y además de la desolación, los moscos hacen fiesta.
"Aquí los muertos se mueren dos veces", dijo un lanchero mientras bordeaba el camposanto. "La primera, cuando se mueren, y la segunda cuando se inundan", completó.
Por los lados del hospital la situación no cambia. Hace 10 días los enfermos de Riosucio son atendidos en el colegio La Presentación. Mientras a los alumnos les cancelaron las clases, los enfermos usan los pasillos como sala de espera. Las puertas de los salones tienen en papel el nombre de la sección que corresponde. La fila más larga está en el salón de "Urgencias".
En la sede del hospital solo hay agua. Un par de cunas y de camas se ven a través de las vidrieras y el único ruido que hay es cuando el agua choca contra la puerta. El camino que construyeron en madera, ya no se ve.
Las autoridades
Por la gravedad de la situación, el alcalde Jairo García Rodríguez viajó a Bogotá para gestionar recursos.
Benjamín Palacios Mesa, el alcalde (e) dijo que están actuando bajo una urgencia manifiesta.
"Desafortunadamente seguimos olvidados por el país. Desde el 4 de noviembre que emitimos los actos administrativos y que dimos a conocer la problemática nos han apoyado con 800 mercados que nos enviaron de la Dirección Nacional de Prevención y Atención de Desastres", dijo el funcionario.
Darío Blandón, expersonero, indicó que "la problemática de Riosucio es grave. En estos momentos podemos hablar de una catástrofe ambiental. Hoy el municipio es todo agua y pensamos que este invierno ha sido el más fuerte desde que tenemos uso de razón".
Por último, Goar Gutiérrez, líder de comunidades negras, manifestó que "esta es una situación caótica desde todos los puntos de vista. Se perdió la calidad de vida. Hay escasez de todos los alimentos, la producción agrícola y pecuaria esta totalmente al borde de colapsar. Inclusive no hay madera porque los aserríos no están trabajando por la inundación".