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El desarrollo por parte de Mazda de la tecnología denominada Skyactiv ha sido una de las bases de la estrategia de consolidación de la marca en los diferentes mercados.
Poco a poco esta nueva gestión de la capacidad motriz, del desarrollo del diseño de sus autos, de su seguridad y los elementos complementarios y tecnológicos a bordo, se han ido irrigando a todos los modelos que la marca produce y vende en el mundo.
El más reciente es el nuevo Mazda 3, que esta semana El Colombiano tuvo la oportunidad de rodar durante varios kilómetros en Medellín y zonas cercanas a la ciudad.
Lo primero es su nuevo diseño. En el modelo sedán facilitado por Automontaña, la figura del capó alargado y la cabina retrasada entregan la apariencia de un deportivo europeo. Líneas fluídas en olas determinan una figura más orgánica, menos tecno que la que tenía su versión anterior. Un concepto que se ratifica en un interior también menos aparatoso en cuanto a la presencia de botones. Es esta vez más minimalista e incluso menos abrumador para quien se monta por primera vez.
Como ha sucedido con la mayoría de los modelos desarrollados por la firma con sede principal en Hiroshima, la posición que tiene el conductor frente a los elementos que hacen posible el manejo del auto es buena, ergonómica.
Los materiales son en general de buena calidad, con algunos plásticos blandos, que aunque no son materiales del tope de gama, sí pasan por ofrecer un buen tacto a los ocupantes.
La acomodación en las dos plazas delanteras es adecuada. Ofrece un buen tamaño para la espalda y su soporte lumbar permite un viaje descansado incluso en trayectos de alguna extensión. Atrás tres personas caben muy bien, aunque la altura del techo es un poco rebajada y puede en algunas personas provocar roces con la estructura.
A toda marcha
El desarrollo Skyactiv de Mazda apunta a la eficiencia y al dinamismo en el comportamiento de los autos.
En el caso de la unidad probada esta semana, esto se traduce en un motor de 2.0 litros, con una relación de compresión superior a 14:1, algo inédito en motores de gasolina y aspiración natural (no tiene turbo).
Con esta arquitectura el motor ofrece un comportamiento que entrega esa potencia de forma progresiva, con un empuje constante de su máquina, sin que se presenten baches.
Y esa potencia y empuje continuos se dosifican y aprovechan con una caja de cambios- en este caso automática- con seis relaciones de marcha adelante.
Una caja que responde de manera muy rápida y que en terrenos quebrados ofrece una relación adecuada.
La posibilidad del manejo semimanual facilita que en el momento del ascenso la caja no comience a "buscar" la marcha más adecuada y así el trayecto pueda hacerse de manera más eficiente con la potencia y el torque justo para evitar esas aceleraciones y desaceleraciones que llevan a abusar del propulsor y a penalizar el consumo de combustible.