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HISTÓRICO
¡Es verdad!, en Medellín nadie se vara
  • José Luis ChavarriagaÉlmer Alejandro Rojas, quien lleva dos años como mecánico en la Calle de Gallo, le hace mantenimiento al carburador de un viejo campero.
    José Luis Chavarriaga
    Élmer Alejandro Rojas, quien lleva dos años como mecánico en la Calle de Gallo, le hace mantenimiento al carburador de un viejo campero.
  • José Luis ChavarriagaInstantes en que en uno de los talleres que amanecen en la calle 65, le cambian las pastas a los frenos delanteros del carro de José Ignacio Saldarriaga.
    José Luis Chavarriaga
    Instantes en que en uno de los talleres que amanecen en la calle 65, le cambian las pastas a los frenos delanteros del carro de José Ignacio Saldarriaga.

  • Hay una amplia oferta de repuestos, lo que garantiza la desvarada.
  • Los daños eléctricos son los más frecuentes en la madrugada.
  • Mecánicos y repuesteros trabajan toda la noche en la Calle de Gallo.
Por
Rodrigo Alberto Martínez Arango
Medellín

La frase, en Medellín nadie se vara suena a exageración paisa, pero puede aplicarse, sin temor a equívocos, a los conductores que trabajan de noche en la ciudad.

Según ellos, en especial los taxistas, desde que hace seis años amanecen los mecánicos de la calle 65 o Calle de la Bomba de Gallo, no les temen a las varadas nocturnas.

Allí laboran a diario, según cálculos de los mismos trabajadores del lugar, de cinco a diez mecánicos generales, 15 eléctricos, un latonero y soldador, llanteros y de cinco a seis ayudantes.

Todos custodiados por káiser, un perro negro, sin dueño, enrazado en la labrador, que les dejó un celador callejero que nunca volvió por allí.

El trabajo se cumple en medio de luces amarillentas y débiles del alumbrado público y de linternas conectadas a los bornes de las baterías de los carros.

Esta oferta de mano de obra es respaldada por un taller de frenos de carros y un almacén de repuestos (Paleautos) que laboran las 24 horas, y otros cinco negocios que abren hasta la medianoche.

Paleautos sobresale en esta cuadra, considerada una de las avenidas más cortas de Medellín, delimitada por la carrera Carabobo y la Avenida del Ferrocarril, pues no tiene más de 200 metros, pero cuenta con doble calzada y separador.

El nombre del almacén se debe al apodo de su dueño, a quien hasta sus hijas le dicen Paleto, pero en la cédula figura como Jesús Antonio Jiménez.

Paleto reconoce que fue quien empezó a trabajar las 24 horas desde el año 2000, cuando lo despidieron de la Bomba de Gallo, ubicada a media cuadra, en Carabobo, donde era montallantas y manejaba toda la madrugada un pequeño almacén de repuestos.

"Después de 17 años de trasnocho me dijeron que no había más trabajo. Me puse a pensar qué iba a hacer para sostener a mi esposa y dos hijas".

Entonces recordó "que los taxistas nocturnos eran mis amigos y que no los podía abandonar". Arrendó el local en la calle 65, lo surtió y "así nació Paleautos, que desde ese entonces nunca ha cerrado sus puertas, ni siquiera en diciembre ni en Semana Santa".

De esta manera Paleto implantó el sistema de almacén de repuestos las 24 horas en Medellín "y de la mano de esa venta, fueron llegando los mecánicos".

Se acaba la angustia
Después de las ocho de la noche en las aceras de esta avenida, que muere en un muro del Hospital San Vicente de Paúl, empiezan a verse cajas de herramientas, gatos hidráulicos, tuercas, tornillos, repuestos, equipos de soldadura y grasa.

A medida que pasan las horas, los carriles norte y sur se van llenando de taxis, busetas y carros particulares, que se estacionan uno detrás de otro.

Káiser con su cola le da la bienvenida a la clientela, mientras que los ayudantes diagnostican qué clase daño tiene el vehículo y qué técnico o repuesto necesita.

A las 11:30 de la noche llega uno de esos clientes.

Se ve preocupado y lleva en sus manos una campana destrozada de un automóvil.

Es el ingeniero de Sistemas Alberto Escudero, quien busca a un soldador. A su automóvil se le zafó una llanta en la variante a Caldas y no quiso dejar su carro botado en ese sitio del sur del Valle de Aburrá.

Le recomiendan al latonero y al soldador Elkin Idárraga quien está bajo un Renault 4, al que le repara la suspensión.

Mientras trabaja, Elkin escucha al ingeniero quien le comenta el problema.

"Termino aquí y ya nos vamos en mi carro, ese trabajo vale 65 mil pesos", advierte y sigue soldando.

El profesional acepta y Elkin le sugiere que vaya comprando una campana nueva. Culmina de arreglar la suspensión y en su carro, un viejo Renault 4 color rojo, monta sus equipos de acetileno y soldadura eléctrica y parte con su nuevo cliente, rumbo a Caldas.

Elkin, quien viste un overol azul oscuro y no aparenta tener más de 40 años, lleva unos tres lustros como soldador y latonero y dos años trasnochando en esta cuadra.

"Trabajamos aquí o en donde nos llamen, así sea en un pueblo", dice el hombre, convencido de la importancia de su trabajo nocturno.

En otro taller de esta calle está José Ignacio Saldarriaga quien maneja un vehículo particular.

"Pasadas la diez de la noche, venía de Rionegro y bajando por la Loma de Los González, en el barrio El Poblado, de Medellín, rumbo a mi casa en el municipio de Envigado, sentí un ruido en las llantas delanteras y traté de bajar con precaución para evitar perder los frenos y me vine para acá, la Calle de Gallo, donde sabía encontraría una solución al problema", comenta.

Allí estaba abierto el taller Superfrenos. "Llevo más de 30 años manejando, primero fui taxista y, por eso, conozco este lugar. Cuando noté que era un problema de frenos, me vine y aquí me atendieron de inmediato".

Las pastas le cuestan 30 mil pesos y la mano de obra seis mil, "es muy barato", dice.

"Ahora estoy tranquilo y puedo madrugar a trabajar. Sitios como éste son importantes para una ciudad como Medellín que está recuperando el turismo", concluye mientras se monta en su carro para revisar la reparación.

La madrugada avanza y el lugar se llena de taxistas que tratan de no obstaculizar el tráfico de los otros vehículos ni hacer bulla, porque la zona también es residencial.

Al aprovechar la falta de pasajeros tratan de reparar o mejorar las condiciones de sus carros, para recibir la clientela de las primeras horas del día con sus automotores en buen estado.

Desde que en la Calle de Gallo amanecen los mecánicos y repuesteros las varadas ya no intranquilizan a los conductores nocturnos, que ven en este lugar su aliado en medio de las tinieblas de una ciudad que duerme.

Precios bajos y trabajo garantizado
"Trabajamos muy unidos y los almacenes de repuestos abiertos las 24 horas son la mano derecha. Cobramos lo mismo que en el día y todo de acuerdo con lo que pactamos con el conductor".

Élmer Alejandro Rojas, mecánico

"Cuando me varo me vengo para acá, porque hay un buen servicio y los precios son económicos, hay repuestos de toda clase y dan garantía"

John Jairo Londoño,

taxista de Coopebombas.

"Consigo repuestos más baratos que en otras partes. Para los taxis hay de todo".

Álvaro Cano, taxistas de CTM.

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