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Hay datos que estremecen: los árboles del Valle de Aburrá pueden remover del ambiente hasta 680 toneladas de material particulado al año, ese que enferma y mata.
Uno solo alcanza a capturar hasta 17 kilos de polvo/año.
En una región donde la huella ecológica de sus habitantes es 47 veces todo el área metropolitana y la cobertura vegetal alcanza 70 por ciento, 38 por ciento en bosques y plantaciones forestales y urbanas, sus árboles retienen 2,2 millones de toneladas de carbono con una tasa de fijación anual de 0,31 millones kilos/año.
Son dos de los servicios que prestan los ecosistemas y que no han sido valorados para incluirlos en la contabilidad de las actividades económicas, como expresa Esteban Álvarez Dávila, miembro del Grupo de Investigación en Servicios Ecosistémicos y Cambio Climático del Jardín Botánico de Medellín.
El grupo hace estudios sobre el tema. Tiene ya datos sobre la contribución ecosistémica a Medellín, pero no se ha valorado el aporte de su gran biodiversidad.
Sí, Medellín es hipodiversa: 2.600 especies de plantas, 25 por ciento de las de Antioquia y 10 por ciento de las del país. Y el 98 por ciento son polinizadas por agentes bióticos.
Los ecosistemas aportan no solo en el conocimiento y uso de la biodiversidad, sino en la regulación del clima, el ciclo del agua y de los cultivos mediante la polinización, entre otras contribuciones.
Zoraida Restrepo Correa, investigadora del grupo experta en polinización cuenta que un insecto de 2 milímetros contiene unos 2.000 granos de polen, que captura y no deja en el aire, por lo que algunas nubes de insectos que polinizan plantas urbanas evitan que más de 2 millones de granos de polen viajen por el aire provocando alergias.
Son datos de una riqueza y un aporte que apenas comienza a conocerse y que ponen el dedo en la llaga: cada que se tala un árbol o destruye un ecosistema se afectan insectos y la fauna y flora asociadas, se libera carbono, se contribuye al calentamiento.
Álvarez recuerda que Medellín, según datos de hace unos años, se había calentado 1°C. Sin el aporte de los árboles, la temperatura podría haber subido el doble.
Hay otro ejemplo: los bosques primarios de Antioquia abarcaban en 2007 cerca de 2,23 millones de hectáreas, con un contenido de carbono promedio de unas 122 toneladas por hectárea y reservas cercanas a 272 millones de toneladas de carbono en todo el departamento. Ese año, existían unos 0,4 millones de hectáreas de rastrojos y bosques secundarios que incrementaban las reservas de carbono en 10 millones de toneladas, según estudio de Álvarez Dávila.
¿Qué está pasando con la tala? Antioquia pierde 20.00 hectáreas de bosques al año en su mayoría por extracción ilegal. El daño que se hace, por lo visto, es inconmensurable.
En el oriente cercano, cuenta Zoraida, se tala para sembrar aguacate y al cortar el bosque se afectan los insectos que polinizan el aguacate.
El estudio sobre la cuantificación de los servicios ecosistémicos en Medellín, elaborado por 15 investigadores de diferentes instituciones para la Secretaría del Medio Ambiente local será publicado en poco tiempo.