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HISTÓRICO
Expectativa en San Roque por mina a cielo abierto más grande del país
  • Expectativa en San Roque por mina a cielo abierto más grande del país | Aspecto de la actividad de exploración en una de las plataformas en el cerro Gramalote de San Roque. FOTO ROBINSON SÁENZ
    Expectativa en San Roque por mina a cielo abierto más grande del país | Aspecto de la actividad de exploración en una de las plataformas en el cerro Gramalote de San Roque. FOTO ROBINSON SÁENZ
Por LEÓN J. SALDARRIAGA L. | Publicado

La persistente tarea de las perforadoras que desde hace siete años penetran el suelo del cerro Gramalote para extraer las muestras que retratan la riqueza de su interior, son el preludio de lo que podría ser el proyecto más grande de minería de oro a gran escala y a cielo abierto en el país, en un ambiente de expectativas favorables y de dudas de los sanrocanos.

Las barras compactas que sacan de la tierra son de un color grisáceo y los operarios las ponen con cuidado en cubetas de madera. En pequeños cilindros, tienen la información del oro escondido en las entrañas.

En promedio, en una jornada de 12 horas, una máquina puede perforar 20 metros y sacar seis testigos (muestras), con una longitud que oscila entre 1,50 y 3,0 metros por 4 pulgadas de diámetro, aunque hay turnos en que no se saca ni uno.

Claro que, según el geólogo Mauricio Montes, coordinador de perforación, el resultado depende de la profundidad del pozo en que se trabaja, pues una cosa es hacerlo a 30 metros y otra a 500 metros, y depende de variables como el tipo de terreno, el ángulo de inclinación y el diámetro.

Lo concreto es que hay que perforar tan hondo como se requiera, hasta llegar a la roca, porque ahí está la madre del metal dorado. "A veces a los 3 metros se encuentra roca, pero muchas veces está muy abajo", dice.

En esa exploración para encontrar testigos, la multinacional AngloGold Ashanti y la Sociedad Quedada, la firma que la precedió, trabajan desde 2006 en San Roque, en un área de concesión de 9.200 hectáreas, conocida como el proyecto Gramalote.

Margarita Arango, vocera del proyecto, precisa que la infraestructura asociada, que incluye planta de tratamiento del oro, depósito de rocas y de relaves, campamentos, carreteras internas y oficinas, es de unas 3.000 hectáreas.

Providencia, cambio de vida
Parte de este montaje ya se advierte en Gramalote, que está asentado en jurisdicción del corregimiento Providencia, un pequeño caserío de campesinos que se dedica al cultivo de caña y a la minería artesanal.

El proyecto está en etapa de prefactibilidad y según el cronograma, entraría a factibilidad en el segundo semestre, y una vez obtenida la licencia ambiental, iniciaría la construcción en 2015 y la producción en 2018. Hasta ahora, la empresa tiene 164 pozos con profundidades diferentes y hará 15 plataformas más para concluir el plan de 2013.

En las plataformas el trabajo es febril, con un rigor de seguridad industrial que es el primer choque para visitantes y trabajadores: botas, manga larga, guantes, gafas, casco, con solo pisar la zona de exploración.

Para atenuar el impacto con su llegada, la empresa asumió acuerdos y vinculó a mineros artesanales, con una línea base de 153 de San Roque, 84 de los cuales reciben capacitación para sus propios proyectos productivos relacionados con generar bienes y servicios, y los otros 69 hacen parte del equipo de trabajo.

Uno de ellos, Alejandro Bermúdez, cuenta que la gente de la región veía la empresa como "una enemiga que llegaba a devastar y a llevarse las riquezas, asociada con el Gobierno".

Víctor Vásquez, su compañero, agrega que se concientizaron de que también llegaron beneficios como estabilidad económica y un nuevo proyecto de vida.

Y Blanca Madrigal, una adolescente madre de dos niñas, recibió el derecho que le cedió su padre para entrar al proyecto. "Ha sido buena experiencia y me ha cambiado la vida", afirma.

Los tres hacen parte del grupo que recibe capacitación c0mo técnicos en asistencia administrativa, en el centro de formación La Bateíta, donde otros exmineros artesanales vinculados estudian primaria y bachillerato.

"Gramalote nos cambió la mala imagen que teníamos de la empresa. Antes no pensábamos en estudio, sólo era métase al hueco", cuenta Alejandro.

Pero a todos los sanrocanos no los tiene convencidos la bondad del proyecto. Un comerciante, Guillermo Naranjo, anota que el impacto no ha llegado. "Aún es muy incipiente, le dan empleo a la gente, pero va a traer problemas como inseguridad y prostitución", dice.

A Luis Carlos Estreda Rúa, un líder de la comunidad, le parece que el efecto social ya se está dando y que aún no está claro el impacto ambiental. "¿A dónde van a ir los que tienen pequeños cultivos de caña?, ¿qué va a quedar de todo el tapete verde?", se pregunta.

El coordinador ambiental de San Roque, Alejandro Calderón, reconoce que el proyecto ha sido un eje articulador de la economía local que mejoró la calidad de vida de muchas familias y apoya a las entidades educativas.

Pero el funcionario tiene claro que es inevitable que el proyecto "va a dejar un pasivo ambiental y social", que ya se reflexiona en talleres de socialización con la comunidad sobre los posibles impactos, aunque la empresa ha conseguido ir ganando cierto nivel de aceptación.

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