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Claudia Restrepo no supo que, en mayo del año pasado, a su hija le aplicaron en un colegio de Envigado la vacuna contra el virus del papiloma humano (VPH). Un mes después, Sofía Torres, de 13 años, comenzó a presentar desórdenes de salud en su sistema inmunológico. “Le diagnosticaron una faringoamigdalitis, algo que supuestamente es normal, pero ningún antibiótico le servía”, cuenta Claudia.
Sofía tuvo fiebres, dolores intensos y vómito durante tres meses, por lo que no pudo volver al colegio, pues no se encontraba en condiciones físicas para estudiar y estaba atrasada con las temáticas de los cursos.
En octubre despertó con dolores fuertes en el cuello y, a pesar de los antinflamatorios, el dolor continuó: pasó a los hombros, a los brazos, a la cadera, y los mareos se hicieron recurrentes. El primero de noviembre la hospitalizaron por orden de neurología. Le hicieron TAC cervical y resonancia, “pero al ver que los resultados salieron normales, la mandaron donde un psiquiatra, quien habló con la niña y dijo que estaba somatizando algo, que era algo psiquiátrico y con ese diagnóstico nos dieron de alta”.
Claudia cree que la vacuna es la responsable de la enfermedad de su hija. Ha pasado casi un año desde que se la aplicaron y Sofía ahora tiene problemas para caminar y perdió la fuerza de sus manos en un 50 %. “Ella era una excelente estudiante y deportista, nadaba, patinaba y ahora prácticamente está en cama. Llevarla al baño es muy complejo, se me pega de la espalda y casi arrastrada la tengo que llevar porque ella no es capaz sola”.
En Colombia, la vacuna se introdujo por recomendación del Comité Nacional de Prácticas de inmunizaciones del Ministerio de Salud, la cual también fue avalada por la investigadora Nubia Muñoz, quien es líder en el tema del VPH y su asociación con el cáncer del cuello uterino. Desde el 17 de agosto de 2012 se inició una jornada de vacunación en colegios y escuelas públicas y privadas, y ese año se aplicaron alrededor de 364 mil dosis. Para el año 2013 la proporción fue mucho mayor pues 2.3 millones de niñas en todo el país fueron vacunadas.
En febrero de este año Claudia encontró en Internet un artículo sobre los efectos secundarios de la vacuna y se dio cuenta que concordaban con los síntomas de su hija, ella no era la única que estaba sufriendo esta enfermedad. “Casi todas las niñas presentan parálisis faciales u otros problemas en su motricidad, inestabilidad, mareos, lo mismo que mi hija”, dice Claudia.
Cuando buscó el carné de vacunación de Sofía, comprobó que la dosis de Gardasil le fue aplicada el 17 de mayo, justo un mes antes de que enfermara. Esta es la razón por la cual asegura que la vacuna es la principal causa de las dolencias de su hija, a quien describe como una niña sana y deportista.
Este no es el único caso que sucede en Colombia. En departamentos como Cundinamarca, Nariño y Santander también hay familias que reportan casos similares.
En Bucaramanga está el caso de Angie Julieth Jaimes, una joven de 17 años quien recibió la primera dosis de la vacuna contra el VPH en mayo de 2013 al igual que Sofía Torres. “A partir de esa fecha le empezaron a dar fuertes dolores de cabeza pero no le prestamos mucha atención”, expresa su hermana Martha Delgado.
La segunda dosis de la vacuna la recibió en noviembre “y al poco tiempo le dieron otra vez dolores de cabeza más fuertes y hasta episodios de psicosis, hablaba incoherencias, se le olvidaban las cosas, sufría de insomnio y cuando la llevamos al médico lo único que le dieron fue medicamentos psiquiátricos”. A Angie le realizaron un TAC en el que descubrieron una inflamación en el cerebro. Sus síntomas coinciden con los de Sofía: dolores fuertes de espalda y cuello.
Martha expresa la tristeza de la familia por la situación de su hermana. A sus 17 años y recién graduada del colegio no pudo continuar con sus estudios universitarios ni seguir montando bicicleta. El médico le prohibió asistir a la escuela y practicar cualquier clase de deporte. A Angie en estos momentos la están tratando con medicamentos psiquiátricos, “pero nosotros sabemos que esa no es la razón. El neurólogo dice que fue por algo que comió o por algo que le inyectaron. Pero yo no tengo duda de que la vacuna es la causa”, asegura Martha.
MinSalud continuará con la vacuna
A pesar de las denuncias de las familias, el Ministerio de Salud indica que es una vacuna que ha sido aprobada y calificada por la Organización Mundial de la Salud (OMS) y que cuenta con todo el aval de seguridad del Comité Consultivo Mundial sobre Seguridad de las Vacunas.
Diego García, Director del Programa de Vacunación del Ministerio, argumenta que no hay evidencias que permitan asociar estas enfermedades con la vacuna contra el VPH. “Los cuadros clínicos que se han presentado en las niñas vacunadas no difieren de los cuadros clínicos presentados en las poblaciones de niñas que no son vacunadas”. Expresa que hay dos asuntos que se han asociado con la vacuna. “Una es la anafilaxia que es una reacción alérgica grave y el síncope que no está asociado a la vacuna como tal sino con el procedimiento de aplicación”.
En contraste, en la página web oficial de la vacuna (http://www.gardasil.com/) se registran efectos secundarios que coinciden con algunos de los síntomas de las niñas enfermas: dificultades para respirar, inflamación de los ganglios, debilidad en los músculos, dolor en el pecho, infecciones en la piel, entre otros más comunes como dolor, hinchazón, picazón, moretones y enrojecimiento en el lugar de la inyección, dolor de cabeza, fiebre, náuseas, mareo, vómito y desmayo.
La ginecóloga Ana María González apoya la posición del Ministerio de Salud de seguir recomendando la vacuna, pues sostiene que “nos va a salvar de muchos casos de cáncer de cuello uterino que es la primera causa de muerte en los países subdesarrollados”. Afirma, también, que los casos reportados son coincidencias, no hay casos concluyentes, sino que “hay instituciones que están haciendo mala propaganda a la vacuna, con artículos y a veces sin fundamento, sin que se hayan demostrado los peligros, pues la Organización Mundial de Salud la sigue recomendando”.
También el ginecólogo de Profamilia, Rafael Restrepo, aprueba y recomienda la aplicación de esta vacuna. "Las dos vacunas contra el VPH (Gardasil y Cervarix) están altamente probadas no solo en Colombia sino en todo el mundo. No hay dudas de sus beneficios". Y agrega que el cáncer de cuello uterino es el único cáncer que se puede prevenir y es gracias a su aplicación.
Sin embargo, en el último informe sobre la vacuna publicado por la OMS, el 13 de junio de 2013, se advierte que los eventos adversos serios que se han reportado como posibles señales de alerta son: “El síndrome de Guillain-Barré (un trastorno en el que el sistema inmunológico ataca a parte del sistema nervioso y produce debilidad muscular y hasta parálisis), convulsiones, accidente cerebrovascular, tromboembolismo venoso, anafilaxia y otras reacciones alérgicas”.
En el mismo artículo se informa que hay pocas razones para sospechar de la vacuna pero se reconocen las preocupaciones públicas y por eso se pide investigar los casos reportados para establecer un diagnóstico.
Padres de familia se quejan por no recibir consentimiento informado
Claudia Restrepo, la madre de Sofía Torres, dice que lo más irregular del asunto de la vacunación es que ella nunca recibió un consentimiento informado de que vacunarían a la niña. “Mi hija se negó, dijo que no se vacunaba y le dijeron que era obligatorio y a todas las niñas las vacunaron”. La respuesta que recibió de la secretaria del colegio es que la vacuna no tiene ningún efecto y que es obligatoria porque hace parte del sistema nacional de vacunación.
La hermana de Angie también cuenta que la vacuna fue aplicada sin ningún consentimiento.
Diego García, director del Programa de Vacunación del Ministerio de Salud, asegura que “en vacunación no se pide un consentimiento informado, en ningún país hay un consentimiento informado para la vacunación porque sería poner una barrera a una importante estrategia de prevención de una enfermedad”.
Para la vacuna contra el VPH lo que se ha establecido es un disentimiento, es decir, aquellas familias de niñas que no consideren vacunarse, deben firmar un documento donde conste que no la autorizan. “Si en 20 años a esta niña le llega a dar cáncer de cuello uterino por no recibir la vacuna que era una estrategia del Gobierno nacional y quiere reclamar, pues se le va a explicar que sus padres no la autorizaron”, agrega García.
Las familias que dicen ser afectadas por la aplicación de esta vacuna esperan que sus hijas puedan recuperarse de las enfermedades que padecen, pero de igual manera, desean que estos casos no se vuelvan a repetir, por eso piden a las autoridades que se investiguen los reportes y determinen si realmente hay una asociación entre la vacuna y las dolencias que padecen sus hijas, pues hasta ahora no las convencen las respuestas oficiales.