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HISTÓRICO
Federico, un conciliador que ama a su familia
  • Federico, un conciliador que ama a su familia | Edwin Bustamante | Desde el nacimiento de sus dos hijos, Emilio y Pedro, Federico Gutierrez ha modificado los planes con su esposa Margarita. Actividades que puedan hacer los cuatro, en familia, son ahora la prioridad.
    Federico, un conciliador que ama a su familia | Edwin Bustamante | Desde el nacimiento de sus dos hijos, Emilio y Pedro, Federico Gutierrez ha modificado los planes con su esposa Margarita. Actividades que puedan hacer los cuatro, en familia, son ahora la prioridad.
Mariana Ramírez Vidal | Publicado

Federico recuerda el nacimiento de sus dos hijos como los momentos que marcaron su vida. Estuvo presente en los dos partos y asegura que no hay nada más emocionante y estresante que esa espera. "Qué preocupación tan berraca", dice mientras le da el tetero a Pedro, de nueve meses.

Y no es para menos. Margarita Gómez, su esposa, tuvo amenaza de aborto durante el embarazo de Emilio, el mismo que cuando le preguntan cómo se llama su papá responde con orgullo, Federico Alcalde y que a sus tres años cambió los carritos de carreras por los utensilios de cocina: las cucharas de palo, las cacerolas y la licuadora, sus juguetes preferidos. Quiere ser chef cuando grande.

Del Federico tranquilo y relajado al papá nervioso. "Cuando los niños estaban más chiquitos no dormía, me despertaba a media noche y me decía Márgara, ponele la mano al niño para ver si está respirando. Se volvió ansioso", cuenta su esposa.

Pedro es el reloj despertador de la familia, a las seis de la mañana ya está pidiendo comida. Cuando Emilio madruga se baña con Federico, cuando no, se trasnochan jugando cosquillas y cargamontón. Gritan por toda la casa y Federico, de 36 años, se transforma en un niño de cinco.

La familia ante todo
Ser el hermano del medio, entre dos mujeres, hizo que Federico siempre fuera el consentido de la casa. "Ellas dicen que yo era muy conchudo, pero tampoco", confiesa entre risas. Los recuerdos que tiene de su infancia son los mejores. Los viajes a Armenia y a Pereira, de donde son sus padres Amparo y Hernán, ocupan un lugar importante en su memoria.

Con Catalina y Juliana nunca fue celoso. Por el contrario, y sin pretensiones, asegura que fue y sigue siendo un bacán con ellas. Por mucho tiempo fue el encargado de llevar a su hermana menor y a sus amigas a las fiestas de quince. Recuerda que le decían Transfico.

La tradición de la familia Antioqueña se mantiene en el hogar Gutiérrez-Zuluaga. Cada ocho días, todos los sábados, los fríjoles con aguacatico, chicharrón y todo lo de mamá, los reúne en torno a la mesa. A pesar de su apretada agenda de campaña, Federico hace hasta lo imposible por asistir.

El Fico desconocido
Le encantan las pastas, las hamburguesas y los arroces en cualquier presentación. El fetuccini amatriciana es su plato preferido. Claro que no se puede resisitir al ajiaco que prepara Antonia, la mano derecha de su hogar. "Si no voy a almorzar me lo guarda, y a la hora que llegue por la noche lo caliento y me lo como. Es lo mejor que hay", dice.

Aunque las salidas a comer con Margarita han disminuido, siempre que llegan a un restaurante miran la carta y piden lo mismo sin ponerse de acuerdo. Doce años de relación pueden ser la razón de tantas coincidencias.

Cuando estaba en segundo semestre de Ingeniería civil, Federico conoció a Margarita. Ella acababa de llegar de Alemania y cursaba quinto de bachillerato. Fueron novios tres años, terminaron seis, volvieron tres y van a cumplir seis de casados. "Fuimos novios toda la vida, de él me enamoró su alegría. Es muy difícil pelear con él, es un hombre conciliador", cuenta ella, ingeniera administrativa de 34 años.

Los vallenatos de Pipe Peláez hacen cantar a Federico hasta en la ducha. Aunque también le gustan agrupaciones como Coldplay y U2. El último concierto, Felipe Pelaez y J Balvin; la última película, Los Pitufos y el último libro, Los pilares de la tierra, de Ken Follett.

Federico no tiene manías pero tiene claro que no le gusta lavar la loza y que su mayor miedo es a las alturas. "Es pavor lo que siento. Cuando era residente de obra en ingeniería no dormía pensando que al otro día me tocaba revisar techos", revela.

Lo más duro de estar en campaña es saber que no puede compartir los mejores años de su vida con sus hijos. Pero a pesar de su corta edad parece que los pequeños entienden el trabajo de su padre. Pedro se emociona cuando Federico aparece en televisión, le toca la cara a través de la pantalla. Y Emilio, cada vez que hablan por telefono le pregunta: "Papi, estás en otra reunión maluca?".

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