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Mi abuela materna, que provenía de una familia muy conservadora en costumbres, se corrió a casar a los catorce años, porque no había nada más qué hacer cuando se trataba de una mujer. Mi mamá rompió con la tradición y se casó a los 35. Aunque la historia parece de otros tiempos, la semana pasada se realizó en Londres, la Cumbre de Las Niñas y las cifras en matrimonio infantil y resultan deprimentes.
Según la UNICEF, 700 millones fueron obligadas a casarse siendo niñas de entre 6 y 15 años. Esta es una práctica legítima con profundas raíces religiosas y culturales, así en países como Bangladesh "la mitad de las niñas del país se casan antes de los 15 años, y el 60 por ciento son madres antes de los 19."
Para la economía de un país el costo del matrimonio infantil tiene un valor inconmensurable, dado por la ausencia en las niñas en el sistema educativo que redundan en baja calificación del talento humano y la reproducción de fenómenos como la pobreza extrema. Con el interés de profundizar y cuantificar dicho costo, la Fundación Bill y Melinda Gates, invertirá 4.2 millones de dólares.
Países como Irak, que actualmente propone una ley para legalizar el matrimonio infantil después de los 9 años, hacen un uso político de esta atroz realidad para atraer los votos de mayoría radicales. Otros países como India tienen un número considerable de viudas menores de 10 años, como lo muestra la película Agua.
Un elemento muy preocupante que salió de la Cumbre, es la relación entre el cambio climático y la sequía como elemento que incentiva el matrimonio infantil en regiones rurales y apartadas. En tanto las familias no tienen cómo garantizar la alimentación y sobrevivencia de sus hijas, cuando se casan ya no son más responsabilidad del núcleo familiar.
El matrimonio infantil con fuerza en niñas del Oriente, tiende a perpetuar las diferencias ideológicas y socioeconómicas entre los dos hemisferios del planeta. Sin embargo, no podemos hacernos los de la vista gorda, frente al riesgo de nuestras niñas indígenas y campesinas. Me surge una pregunta suelta: ¿el Gobierno ha comprendido las niñas dentro de su plan para el fenómeno de El Niño y la sequía?.