En el caliente Tarazá, la diversión es una urgencia. En esta localidad a orillas de carretera donde prácticamente arranca la subregión del Bajo Cauca, no abundan los sitios especiales para pasarla bien, pero un charco es suficiente para disfrutar la vida.
Y eso están haciendo los habitantes de la vereda Piedras, que convirtió un pequeño plano de la quebrada Piedras en un exótico y atractivo balneario al que están llegando turistas de Yarumal, Montería, Medellín y de otras localidades de la subregión, como Cáceres, El Bagre y Caucasia.
"Acá no había nada, bajaba un chorrito y se formaba un charquito, pero hicimos el estadero y adecuamos el lugar para que quedara como balneario. Le dimos vida".
Su versión la confirman muchos residentes de la vereda, entre ellos Héctor Danilo Ramírez, el tendero y fundador del caserío.
Afirma que antes la gente se dedicaba a sacar oro, "pero el oro se acabó, después a la mata que mata (siembra de coca), pero eso también se acabó, ahora tratamos de sacarle provecho al balneario, que está hace unos cuatro años y ha traído buenas cosas".
"Machine", como le dicen a Andrés Tuberquia (niño de 13 años), es todo un acróbata del agua. Sus clavados dejan boquiabiertos a sus vecinos y amiguitos. Y todo lo aprendió en el balneario. Sus piruetas y brincos en el agua reflejan la alegría del pueblito desde que la quebrada Piedras se volvió piscina.