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HISTÓRICO
GARCÍA MÁRQUEZ EN UNA HOJARASCA
  • GARCÍA MÁRQUEZ EN UNA HOJARASCA |
    GARCÍA MÁRQUEZ EN UNA HOJARASCA |
Por JUAN JOSÉ GARCÍA POSADA | Publicado

Una catarata de lugares comunes y palabrería insulsa, pero, sobre todo, la manía de calificar o descalificar al autor no por sus obras sino por sus veleidades políticas, forman esta hojarasca en la que muchos comentaristas y ciudadanos invadidos de falso dolor envuelven a García Márquez después de su muerte en México.

Claro que se han leído y escuchado en estos días apreciaciones ponderadas y justas, apenas obvias ante la magnitud del acontecimiento. Pero también se notan alabanzas demagógicas y oportunistas, además de expresiones tan desmadradas como la de una representante de impertinencia ofensiva. La condición humana, en este país proclive a la polarización como una forma de vida, emerge de nuevo en las circunstancias actuales, más todavía al calor de la campaña electoral.

Lo esencial está en comprender que un escritor, un inmenso escritor como lo fue García Márquez (nada de Gabo ni de Gabito, un trato confianzudo apenas aceptable para sus más allegados), habita en una dimensión espaciotemporal muy distinta de la de la gente corriente. Ahí pervive y trasciende. El prodigio de la literatura, la fuerza de la palabra indeleble, lo hace traspasar los años, las épocas y las edades.

Un escritor consagrado como clásico universal no puede confundirse con un político enredado en controversias inmediatas, ni con un activista social manipulado por grupos de intereses creados. Cuantas veces se distraiga en esos menesteres secundarios pone en riesgo la universalidad que le es consustancial. Está, valga decirlo, por encima del bien y el mal y al margen de la corriente de los hechos, lo que le posibilita la asunción de una distancia crítica suficiente para narrar e interpretar lo que pasa, como testigo ecuánime y confiable.

Lejos de ser indiferente y, por supuesto, de ser indolente, el escritor se compromete a su modo y desde su propio modo independiente y singularísimo de pensar y hacer. De pensar y escribir. En sus narraciones elabora metáforas de la realidad (incluso con un criterio y una vocación de veracidad que no se entienden fácil cuando no se viven y se sienten como propios desde el ámbito de las letras) comprensibles para todos los tiempos y espacios, para todos los lectores como seres humanos: Lo que suceda a cada hombre nos exalta o nos disminuye.

Las simpatías y las aversiones de los maestros de la literatura de todas las épocas han dado que hablar y han colmado no pocos volúmenes. Pero ni Cervantes ha perdido su puesto en la posteridad por causa de sus encarcelamientos, ni Borges por sus insólitas declaraciones sobre alguna dictadura, ni García Márquez por sus afinidades con ciertos déspotas. Porque han cumplido su misión de leer y escribir, por sus obras, los conocemos y los justipreciamos para siempre.

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