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HISTÓRICO
García Márquez, en veinte frases
  • García Márquez, en veinte frases
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"El día en que la mierda tenga algún valor los pobres nacerán sin culo".

"Yo creo que todavía no es demasiado tarde para construir una utopía que nos permita compartir la tierra".

"Le rogó a Dios que le concediera al menos un instante para que él no se fuera sin saber cuánto lo había querido por encima de las dudas de ambos, y sintió un apremio irresistible de empezar la vida con él otra vez desde el principio para decirse todo lo que se les quedó sin decir, y volver a hacer bien cualquier cosa que hubieran hecho mal en el pasado".

"Amaranta (...) creyó que la había picado un alacrán.

-¡Dónde está… -preguntó alarmada.

-¿Qué?.

-¡El animal… -aclaró Amaranta

Úrsula se puso un dedo en el corazón -Aquí-dijo".

"Pues bien: todo eso es cierto, pero circunstancial", dijo, "porque todo lo he hecho con la sola mira de que este continente sea un país independiente y único, y en eso no he tenido ni una contradicción ni una sola duda". Y concluyó en caribe puro: "¡Lo demás son pingadas…".

"Uno no es de ninguna parte mientras no tenga un muerto bajo la tierra".

"La vida no es la que uno vivió sino la que uno recuerda y cómo la recuerda para contarla".

"El oficio de escritor es tal vez el único que se hace más difícil a medida que más se practica. La facilidad con que yo me senté a escribir aquel cuento una tarde no puede compararse con el trabajo que me cuesta ahora escribir una página".

"Su nerviosismo era manifiesto cuando el profesor Gyllensten habló en sueco antes de volverse al colombiano costeño que se puso en pie y miró ante el mundo entero con los mismos ojos relucientes de aquel desventurado muchacho del colegio San José de Barranquilla (...)".

"Desde antes de que empezara la matanza política ella pasaba las lúgubres mañanas de octubre frente a la ventana de su cuarto, compadeciendo a los muertos y pensando que si Dios no hubiera descansado el domingo habría tenido tiempo de terminar el mundo".

"... Se tendieron en la cama, uno al lado del otro, y compartieron sus rencores, mientras el mundo se apagaba y solo iba quedando el cositeo del comején en el artesonado".

"Era lo último que iba quedando de un pasado cuyo aniquilamiento no se consumaba, porque seguía aniquilándose indefinidamente, consumiéndose dentro de sí mismo, acabándose a cada minuto, pero sin acabar de acabarse jamás".

"Pero nunca se sintió bien entre los ricos. Solía pensar en ellos, en sus mujeres feas y conflictivas, en sus tremendas operaciones quirúrgicas, y experimentaba siempre un sentimiento de piedad". La prodigiosa tarde de Baltazar.

"De pronto notó que se le había derrumbado su belleza, que llegó a dolerle físicamente como un tumor o como un cáncer. Todavía recordaba el peso de ese privilegio que llevó sobre su cuerpo durante la adolescencia y que ahora había dejado caer (...)".

"La novela es como el matrimonio: se lo puede ir arreglando todos los días, y el cuento es como el amor: si no sirvió, no sirvió".

"El periodismo es una pasión insaciable que solo puede digerirse y humanizarse por su confrontación descarnada con la realidad".

"El coronel necesitó setenta y cinco años -los setenta y cinco años de su vida, minuto a minuto- para llegar a ese instante. Se sintió puro, explícito, invencible, en el momento de responder: -Mierda".

"En cada línea que escribo trato siempre, con mayor o menor fortuna, de invocar los espíritus esquivos de la poesía, y trato de dejar en cada palabra el testimonio de mi devoción por sus virtudes de adivinación, y por su permanente victoria contra los sordos poderes de la muerte".

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