- Monseñor santamaría espera ayuda de más benefactores.
- Les brindan alimentación, alojamiento y educación.
- Atienden a niños huérfanos y víctimas de la violencia y el desplazamiento.
- Una obra solidaria con 98 años de historia y apoyo a las menores.
Por
María Isabel Molina V.
Medellín
Cristina Carvajal, de 14 años, y su hermana María Emma, de 10, cambiaron su vida cuando ingresaron a los Hogares Infantiles San José. Cristina, la mayor, dice que están allí por la situación económica: su madre no las podía mantener y a su papá lo secuestraron.
Un tío de las niñas se encargó de ellas y después de que hablaron con monseñor Armando Santamaría Ortiz, quien dirige los Hogares desde hace 15 años, les dieron la oportunidad de vivir en la sede del parque Obrero, en Boston.
"Aquí me siento muy feliz", dice Cristina, quien valora a las personas que están pensando en ayudarles y colaborarles para que nada les falte.
En la amplia edificación de tres pisos, que ocupa una manzana con amplias zonas verdes, donde viven las pequeñas y las de bachillerato, se escuchan las voces y las risas de las niñas. Mientras las más pequeñas asisten a una charla con monseñor Santamaría, las grandes se preparan para almorzar.
Con su uniforme de cuadros rojos y blancos sobre fondo azul, las niñas del preescolar, sentadas en pequeñas sillas, escuchan con atención las palabras del director de los Hogares, quien les habla de la obra y de los benefactores que hacen posible que allí las cuiden.
Cerca de allí, en el comedor, una de las niñas de bachillerato sirve el almuerzo a varias compañeras que hacen la fila.
Apoyo con amor Los Hogares Infantiles San José se crearon en 1908, cuando en Medellín había una problemática social por los niños huérfanos y abandonados. Es la obra social en beneficio de la niñez más antigua de la ciudad, afirma monseñor Santamaría.
Esta obra ha continuado por 98 años, gracias a la colaboración de la gente que es sensible al dolor de los huérfanos y los pobres, y hoy próxima a su centenario realiza una labor edificante para la ciudad.
Los Hogares son una sola obra, pero con tres casas distintas y la misma filosofía y administración. En el parque Obrero está la casa mayor, donde nació la obra, con 190 niñas de 6 a 12 años, y la guardería para las más pequeñas.
Está también el internado de bachillerato, con 76 niñas entre los 12 y los 18 años. A cada una se les entrega una pequeña para que la cuide y la contemple, como una madrina protectora.
Y el internado de la vía a Las Palmas, para 125 niños de Medellín, de 6 a 12 años.
Tres casas Sus instalaciones brillan por el aseo y el orden. En los dormitorios, las camas de las niñas, adornadas con muñecas y peluches, lucen impecables, ya que las niñas se encargan de tenderlas, y también de la limpieza, el lavado de la ropa y la preparación de los alimentos.
Las niñas que se reciben en los Hogares cumplen con varias condiciones básicas. Una es la orfandad. Hay menores que han perdido a sus padres por causas naturales o por la violencia, el abandono y el desplazamiento. Hay otros que vienen de familias con problemas como la drogadicción y la prostitución. Otra condición es la pobreza extrema, por eso se prefiere a los más necesitados en el área económica.
Donaciones Todos los niños de los Hogares reciben educación en escuelas vecinas, alimentación, salud, y lo más importante, el amor, que quizá no tuvieron de sus padres y sus familias.
La obra es una suma de esfuerzos y corazones. Se sostiene de las donaciones de personas de buena voluntad.
En la parroquia de Nuestra Señora de La Candelaria, donde monseñor Santamaría es párroco, existe un fondo de becas para los Hogares.
El prelado hace un llamado a la dirigencia antioqueña y del país, y a la comunidad, para que ayuden a la obra, para ampliar cupos y así haya más niños que le sonrían a la vida.
Se requieren voluntarios María Cristina González, directora del internado de bachillerato y administradora de los Hogares, dice que la institución tiene voluntarios, pero ahora se requiere la vinculación de médicos y un odontólogo que donen su tiempo para brindar la atención en estas dos áreas a los niñas.
Además, maestras jubiladas o personas que dispongan de tiempo, para que ayuden a las niñas en sus tareas.
Otra ayuda podría ser con voluntarios que les enseñaran actividades lúdicas, como danza y teatro, y la práctica de los deportes.
Mayores informes en la parroquia de Nuestra Señora de La Candelaria, en los teléfonos: 23149 07 y 231 33 32.