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HISTÓRICO
HOMBRE QUE DUERME CON LA ÉTICA
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    HOMBRE QUE DUERME CON LA ÉTICA |
Por ÓSCAR DOMÍNGUEZ G. | Publicado

Hombre Javier Darío Restrepo, qué envidia, perdón, qué alegría felicitarte de nuevo, esta vez por el premio que te otorgó por tu excelencia periodística la Fundación que lleva el nombre de uno que "redactaba" muy bien y cuya figura convoca en Medellín a las grandes ligas de nuestro oficio.

Felicitaciones para ti y para Marcela Turati, la colega mexicana con quien compartes honores. El jurado los hermanó al reconocer "su independencia, integridad y compromiso con los ideales de servicio público del periodismo".

Sin confirmar sí lo digo: tal vez en tus éxitos periodísticos tenga que ver tu paisana de Jericó, santa Laura. Así cualquiera…

Claro que como dirían los ateos, se puede creer en todos los dioses, pero hay cerrar bien el carro. En este desorden de ideas, no te quedaste viviendo del paisanaje con la santa sino que has hecho de tus días y de tus noches un largo peregrinar a través de la ética. Duermes con ella. Todo adobado con rigor profesional, estudio, integridad, entrega, austeridad. Alguna vez me dijiste: "Los periodistas estamos condenados a ser austeros para poder ser independientes".

Estas destrezas las has mezclado con goticas de estética para narrar clara, exquisitamente, las cosas, como reportero de todas las horas. Viéndote camellar podemos concluir que la reportería es la joya de la corona del periodismo.

Torciéndole el pescuezo a una hipérbole de Churchill, entiendo la ética como ese vivir de tal forma que si tocan a nuestra puerta en la madrugada, es el lechero, no la policía.

En tono menor tiras línea sobre cómo encarar este oficio de nunca acabar, de siempre empezar. Otra cosa tuya para resaltar es que colgaste la sotana sin aspavientos, con cierta elegancia.

Espero no calumniarte si digo que lo único que te ha quedado grande ha sido la castidad. Y decidiste que no es bueno que el hombre esté solo, como Adán en el paraíso, según escribió el reportero Moisés cuando Dios decidió ponerle fin al yo con yo de Adán.

Y creó a Eva de una prosaica costilla cuando tenemos presas más provocativas. Dios sabrá cómo baraja. No hay que dictarle el libreto.

Del resto se encargó Gloria, tu dama, ya "recogida por el silencio". A ella le hiciste en vida bellos y merecidos homenajes, endosándole parte sustancial (el 95 % para ser exactos) de tu crecimiento. Ella comprendió siempre que "cuando mirabas por la ventana estabas trabajando".

A tus primeros 82 abriles, sigues ganando premios, no como coleccionista de "vanidades sino de responsabilidades" y como pretexto para continuar tu apostolado. Y para que -ojalá- nos inocules los virus de la ética y el rigor profesional.

Si hasta parece hecha para ti la frase del polaco Kapuscinski, en el sentido de que todo buen periodista debe ser también buena persona.

Dice el Loco Bielsa, técnico de fútbol, que cuando te alimentan en exceso la vanidad, te debilitan. Como esa no es la idea, me evaporo.

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