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Una invitación a "puebliar". En eso se convierte la obra de Jairo Franco , un artista de Amagá que acaba de culminar el sueño que inició hace cuarenta años y que puede ser todo un récord para un pintor: los 125 municipios de Antioquia.
Las últimas pinceladas las dio esta semana, cuando terminó de pintar a Caucasia. El primero de todos los cuadros fue su propio pueblo, Amagá, en el Suroeste, del cual tiene 13 ejemplares, lo que hace más extensa su obra.
Su casa, en Guayabal, es una galería de color, muy a tono con su corazón, que por su amor a Antioquia no le importó gastarse peso tras peso de su pensión elaborando este proyecto, que lo inició en 1972 aún sin la intención de que fuera tan grande.
"Empecé pintando en porcelana, pinté a mi pueblo y a Medellín, pero no tenía la intención de que fueran todos los pueblos", recuerda Jairo.
En ese tiempo trabajaba como supervisor mecánico en Coltejer y, de todos modos, el tiempo no le habría dado para un proyecto tan grande, pues un cuadro, dice, si es de calidad, no se pinta de un día para otro, requiere esfuerzo e inversión.
Pero a Jairo, al ver que su obra crecía, que lentamente sumaba cuadros, se le fue metiendo en la mente la idea de hacer algo grande, algo que lo hiciera célebre.
"En Coltejer, cuando me vieron el talento para pintar, me pagaron estudios en Bellas Artes, allá aprendí técnicas como la perspectiva, el manejo del color, los tonos y demás, pero el talento no lo enseñan en ninguna parte, eso nace con uno y se va puliendo con la experiencia y el trabajo", apunta este amagaseño, al que le aflora una sencillez tal vez más inmensa que sus 125 cuadros.
¿Qué lo inspiró?
Jairo se jubiló de la empresa textil en 1999, y a punta de irse a "puebliar" en los descansos, vacaciones y compensatorios, para esa fecha ya tenía casi la mitad de la obra.
Y ya libre y sin tener que marcar tarjeta, el paso a seguir se lo empezó a señalar el corazón, que lo empujaba a culminar, lo más pronto posible, los 125 cuadros.
Al tiempo se volvió constructor de pesebres gigantes con movimiento mecánico. Pero el pincel lo atrajo más que las ovejas, la Virgen, San José y los Reyes Magos. Y Jairo se la metió toda al proyecto de los municipios.
"Tomé como referencia las iglesias, que son lo único que no cambia en los pueblos, también las montañas y la agricultura". En el fondo de todo, Antioquia, sus costumbres, su geografía y su gente como inspiración.
"Llegaba a los parques de los pueblos, buscaba un ángulo ideal, me sentaba, boceteaba y luego me iba al estudio", relata este artista, que parece no medir aún la dimensión de su obra.
Su sueño es verla itinerante, expuesta en los municipios y acompañada de charlas y talleres que les cuenten a los niños las historias de los municipios.
En fin, mil cosas maravillosas se pueden hacer con esta colección. En todo caso, Jairo puede respirar tranquilo. Sin darse cuenta, puede tener un récord en Antioquia y el país.
Por ahora, se goza la dicha de ser el único artista que vive en la ciudad, pero sin moverse de la casa pueblea todos los días en su propio estudio. Y eso debe producir envidia... de la buena.