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"Cuando era niño soñaba con un estadio lleno. Eso me hizo futbolista", dice Juan Pablo Ángel, un goleador de raza y un antioqueño de convicciones y fuertes motivaciones.
Este antioqueño, de 37 años, casado con María Paula y padre de Gerónimo y Tomás, cumplió el sueño de muchos: ser futbolista profesional en las mejores ligas del mundo. Debutó en 1993 en Nacional, un año después le dio a ese club su quinta estrella (ya va en once), antes de emprender un camino que lo llevó a ser delantero del River Plate, Aston Villa, New York Red Bull y Chivas USA, antes del regreso al lugar donde aprendió todo.
Eligió estar en Atlético Nacional, "mi papá lo hizo por mí", pero tras sus goles vestido de verde se hizo ídolo de todo un país. Sus anotaciones se celebraron en Argentina, Inglaterra, Estados Unidos, en todos arropados por la bandera nacional. Hoy vuelve a su tierra antioqueña, de la que no se despega ni un momento así sea por internet, y que hoy vuelve a sentir tras 14 años de ausencia.
Hoy piensa en una ciudad que le pertenece, que le duele y le preocupa. No quiere que los chicos jueguen por dinero o fama, quiere que se diviertan, que en una cancha resuelvan conflictos, que vivan mejor. Quiere que el fútbol les dé la alegría que él sintió con el estadio lleno.