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Eduardo Pizarro Leongómez no renunció a la presidencia de la Comisión Nacional de Reparación y Reconciliación (CNRR). Su salida de esta corporación se originó por la decisión del vicepresidente de la República, Angelino Garzón, de asumir personalmente el mando de esta entidad.
Pizarro Leongómez aseguró que tras su retiro, la CNRR pierde autonomía pero gana capacidad de gestión en recursos políticos y económicos al ser comandada por el Vicepresidente.
Después de cinco años al frente de esta entidad, el exfuncionario explicó que su gestión dejó un legado importante al ser reconocidas, por primera vez, las víctimas del conflicto armado en Colombia. Además, les salió al paso a las críticas que dicen que él defendía más las posturas del anterior Gobierno que los intereses de las víctimas del conflicto armado en el país.
¿Qué motivos originaron su salida de la CNRR?
"Lo primero es que yo no renuncié, de hecho no he renunciado todavía. El vicepresidente Angelino Garzón tomó la decisión de presidir la Comisión y no delegarla como había hecho el anterior Gobierno. Ante esa decisión, le planteé a Garzón la necesidad de dedicarle mucho más tiempo a la segunda responsabilidad que tengo desde octubre del 2009, que es participar en la junta directiva del Fondo de Víctimas de la Corte Penal Internacional".
¿Con este cambio la Comisión pierde o gana autonomía?
"Digamos que una comisión encabezada por una persona que no es del Estado tenía una mayor autonomía. Hoy, dirigida por el Vicepresidente, la pierde. Es posible que gane en poder, en el sentido en que el Vicepresidente pueda movilizar recursos políticos y económicos que yo no estaba en capacidad de gestionar. El aspecto que me parece más difícil y complejo es que un Vicepresidente de la república asuma un cargo que requiere dedicación exclusiva por su complejidad. No sobra decir que le deseo mucha suerte, pero evidentemente va tener que multiplicarse por ocho para poder ejercer ambas responsabilidades".
¿Porqué la Vicepresidencia quiso asumir el mando de la entidad?
"Digamos que por una aspecto positivo en la medida que el proyecto de ley de víctimas prevé la creación del Sistema Nacional de Reparación Integral, dirigido por el Vicepresidente. Él quiere que la Comisión sea su esqueleto, eso me parece positivo.
Aunque hay que decir que lo único que no puede asumir el Estado (a través de la Vicepresidencia) es la dirección de una posible comisión de la verdad, que tiene que ser conformada por personas independientes y con altas calidades morales para que tenga legitimidad".
¿Qué tan cierto es que esta decisión se tomó porque en el tema de la ley de víctimas (específicamente con las víctimas del Estado) su posición reñía con las del vicepresidente Garzón?
"Hubo diferencias con la ley de víctimas hace dos años, que habían desaparecido en la medida en que la nueva ley superó los escollos que generaron mi oposición crítica.
Ya se incorporaron las víctimas de los agentes del Estado, pero la certificación de su condición la hace no el comité administrativo sino un grupo de cinco juristas, lo que garantiza el equilibrio en la evaluación de cuándo un agente del Estado ha cometido un hecho irregular. Y por otra parte se saldó el tema de la responsabilidad exclusiva del Estado. Los paramilitares y las guerrillas también son responsables de la violación a los derechos humanos y no exclusivamente el Estado.
No había ninguna diferencia entre mi postura y la de la actual ley de víctimas. Había una concordancia total".
¿Qué le deja a la CNRR?
"El esfuerzo de adelantar un modelo de justicia transicional, no en el posconflicto o la posdictadura, sino en medio del conflicto. Una experiencia inédita sin antecedentes en el mundo y que hoy comienza a ser estudiada con interés por otros países.
Una segunda cuestión es que finalmente en Colombia nació la víctima en la agenda pública y en la conciencia social, como aportadora a los procesos de verdad, de justicia y de reparación, algo que no existía antes de 2005.
La tercera realización muy importante es que se ha avanzado, sorprendentemente, en la verdad judicial. Los desmovilizados han confesado al rededor de 18 mil homicidios que habrían quedado en la impunidad".
¿Qué piensa de la opinión de sus críticos en el sentido de que usted defendió más las posturas del Gobierno anterior y no los intereses de las víctimas?
"Uno en estos cargos tan polémicos gana aliados y también adversarios. Creo que quienes eran críticos lo continuarán siendo y quienes aplaudieron nuestro trabajo van a seguir aplaudiendo".