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El día en que el televisor se convirtió en el centro de las familias antioqueñas. Así fue la jornada de ayer, en la que Atlético Nacional derrotó a Equidad y se coronó campeón del fútbol colombiano.
Desde temprano, en todos los rincones de la ciudad, se reunieron familias enteras y grupos de amigos, con la ilusión de que el Verde repitiera el título de la Liga Postobón-I, honor que no lograba desde el 2007.
Cuatro años de sequía se palpaban en los corazones de los hinchas, que sabían que remontar el resultado no iba a ser fácil. Sin embargo, a las 45.066 gargantas que empujaron con todo en las tribunas del Atanasio Girardot, se le sumaron miles de voces de aliento, que desde los barrios sufrieron tras el pitazo inicial, pero que, al final, estallaron en emoción.
Calles cerradas, locales abarrotados, el pregón verde se escuchaba en cada esquina. Las mascotas, los niños, los abuelos, las mamás, los papás y "los pegados", como les decían a algunos, mostraron su devoción por el equipo con todo tipo de indumentaria: gorras, pelucas, camisas, escudos gigantes, banderas y cualquier artilugio que usted se pueda imaginar.
El optimismo desbordaba antes del partido, pero mientras transcurrían los minutos y el arco no se abría, unos se comían las uñas, otros se movían de un lugar a otro, algunos cerraban los ojos y así, hasta que Nacional pasó de largo con el 2-0.
No obstante, aún no todo estaba escrito y el gol de Equidad, obligó a definir en la serie de penaltis. En las calles todos cruzaban los dedos, unos a otros se motivaban y las ilusiones estaban puestas en el argentino Gastón Pezzuti. ¡Sufrimiento desde los 12 pasos!
Y todo pareció una profecía porque antes del partido los hinchas manifestaban que si la serie se iba a penaltis, Pezzuti les regalaría la estrella. Al final, llegó la recompensa y la fiesta se prendió en las calles.