La donación de órganos en Medellín y Antioquia está fortalecida como una forma de altruismo y de vida. Las campañas que promueven la donación han dado como resultado una profunda conciencia alrededor del tema. El 85 por ciento de las familias a las que se les solicitó el año pasado donar los órganos de sus seres queridos, aceptó.
Así, la región se mantiene como líder en el país en esta materia y aporta el 70 por ciento de los donantes a nivel nacional. La sensibilidad que se cultiva aquí florece en vidas saludables en el resto del país, especialmente en Bogotá y Cali.
Nos agrada que así sea. Que el sentido de entrega y ayuda que inspira a las familias que dicen sí a la donación se transforme en vida para quienes la necesitan, sin importar su ubicación geográfica o cualquier otro tipo de distinción social, política o cultural.
Lo que planteamos como preocupante y que consideramos amerita una pronta solución es la actual paradoja que se presenta en la ciudad: el año pasado hubo un aumento del 22 por ciento en el número de donantes, pero en contravía de esa saludable cifra se registró una caída del 15 por ciento en el número de trasplantes, luego de haber sido pioneros en este campo de la medicina.
No podemos menos que lamentar esta situación y pedir que se atienda y remedie con urgencia. A los actores de este proceso: clínicas, EPS, asociaciones médicas y la Secretaría de Salud de Antioquia les solicitamos que contribuyan a mantener esta cultura, para que la baja en el número de trasplantes no se convierta en desaliento para las familias que dicen sí a la donación.
Es imperioso, a nuestro modo de ver, que el papeleo y los procesos previos a un trasplante se beneficien cuanto antes de una especie de "ley antitrámites", en pro de cuidar nuestro bien más preciado: la vida.
En muchos casos, un paciente necesita 12 meses o más mientras completa alrededor de 50 exámenes médicos, sólo para entrar en la lista de espera de la Red Nacional de Trasplantes, a cargo del Instituto Nacional de Salud. Y un año después, si todo está listo y aparece un donante, muchas de esas pruebas clínicas pueden ser consideradas inútiles o vencidas y complicar la entrega del órgano.
La situación supone un drama que se multiplica y que estas entidades deben sentir como propio, para dejar de ver a los usuarios del sistema de salud como una cifra. Es urgente pensar en ellos como seres humanos, con familias, amigos y empresas que los quieren y los necesitan, sanos y tranquilos.
Por citar un caso: Medellín tiene cerca de 2.500 pacientes en hemodiálisis, la mayoría de ellos necesitados de un trasplante. Son, simple y llanamente, 2.500 familias que sufren día a día las consecuencias del estado de salud de su ser querido.
Así, son cientos, miles de vidas las que siguen suspendidas, pendientes de un trámite, una firma o un procedimiento que le dé vía libre a su trasplante. Nada menos que a su propia vida.
Que esta paradoja termine pronto y que se multipliquen los donantes y los trasplantes. Que ganen la solidaridad y la vida.