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En el colegio Alemán practicó voleibol, atletismo y baloncesto, pero el fútbol les ganó la carrera a estos tres deportes y se quedó con el talento de Gabriela González.
Ella, una rubia de ojos claros, de 17 años de edad, seis de ellos dedicados al balompié y actualmente integrante del club Formas Íntimas, cuenta que, desde el día que la convocaron para conformar un equipo del colegio, quedó fascinada. "Luego busqué algo más serio en la Liga y ahora hago parte de la Selección Antioquia", dice esta chica que en su infancia jugaba con su papá, que siempre la ponía de portera y "me apoya en un ciento por ciento".
Hoy en día Gabriela se desempeña como volante o defensa y tras su graduación del bachillerato, a finales de este año, buscará una beca en Estados Unidos para estudiar Economía y practicar el deporte que le apasiona. Los trámites los realiza con College Prospectos de América.
Gabriela hace parte de una nueva generación de jugadoras que no han sido estigmatizadas como les sucedió a sus antecesoras. Todas cuentan con el respaldo familiar y tienen características similares a las de las integrantes de la Selección Colombia, semifinalista en el Mundial de Alemania.
"Ahora la gente no se sorprende tanto cuando uno le dice que es futbolista. Gracias a las muchachas que abrieron el camino, nosotras tenemos la posibilidad de que nos vean normales jugando fútbol", advierte Gabriela, al destacar también que en los seleccionados departamentales no se sienten las diferencias sociales ni económicas, "somos como hermanas, una sola familia".
María Camila Monsalve es otra figura en proyección. Empezó a jugar en un equipo masculino de Alexis García y luego conoció a Liliana Zapata, que la llevó Formas Íntimas y a la Selección.
La exclusión de un torneo Ponyfútbol, que en el pasado era solo para varones, la sacó por un tiempo del deporte. Decepcionada veía a sus amigos disfrutar de la fiesta, mientras ella no podía hacerlo. Pero el destino la tenía para el fútbol y a sus 17 años es de las mejores de la región. "Mis papás siempre me acompañan a los partidos y están contentos con lo que hago, me ven feliz y por eso me apoyan". Este es otro aliciente para María Camila, que desde hoy participa en el Torneo de la Feria de las Flores.
El único rechazo que siente es del fútbol bogotano, pues no se explica porqué apenas hay dos antioqueñas en la Selección Colombia sub20. Por ahora, además de estudiar Fisioterapia en la Universidad María Cano, sólo piensa en "seguir con el fútbol hasta donde me lleve".
Paula Botero, a sus 23 años, es otra que jamás sintió rechazo de la sociedad por ser futbolista. "Ahora es mucho mejor en comparación a lo que les tocó vivir a las más veteranas, como ellas mismas nos cuentan", dice esta joven que estudia Profesional en Deporte en el Jaime Isaza Cadavid, y que acaba de regresar de Brasil donde jugó un año fútbol sala Fifa.
En su casa, cuenta, les encanta que sea futbolista y pronostica mejores vientos para las futuras generaciones.