En las calles de Medellín hay más de 10.000 gatos callejeros, dice el concejal Álvaro Múnera.
Agrega el edil, además, que ya hay identificadas unas 50 colonias felinas o ferales, en especial cerca de las zonas donde hay residuos de comida que les permiten alimentarse.
Estos conglomerados de garras y bigotes cumplen una función biológica pero son, a su vez, un foco de enfermedades zoonóticas que se pretende reducir, pero sin llegar a los extremos de iniciar campañas de exterminio, como se aplican en otros lugares del mundo, pues estas comunidades felinas se replican por todo el orbe.
"En Medellín hay colonias en San Diego, las universidades, la Minorista, Altavista... hay varios puntos ya identificados", dice el Pilarico, como conocen a este corporado.
Y, tanto para controlarlos como para protegerlos, Medellín anda cazándolos.
"Los gatos, por sus propias costumbres, son difíciles de encontrar, así que estamos usando tramperas", explica Múnera.
Una vez capturados, los gatos son revisados por personal veterinario para comprobar su estado de salud y luego ser vacunados, desparasitados y esterilizados.
"Además, se les implanta un microchip en el que constará su historial médico y con el cual se les podrá hacer seguimiento", agrega el concejal, pues los animales, una vez tratados por los especialistas, son puestos de nuevo en libertad.
Hay dos razones básicas para esto: la primera es que, explica el Pilarico, estos animales tienen una función natural en el control de ciertas plagas de la ciudad; la segunda es que, por su estado salvaje, no es posible su adopción cuando son adultos.
Caso contrario ocurre con las crías que sí serán llevados a centros de acogida para que les busquen un hogar.
La tarea es continúa
Con los recursos aprobados para el plan de protección animal se espera mantener la mirada sobre estos animales y, cada dos años, recapturarlos para evaluarlos de nuevo.
Ya fue intervenida la colonia felina de la Universidad Nacional y se está estudiando con cuál se seguirá en este plan que tiene un costo de 250 millones de pesos.
Asegura que el sacrificio de los mininos es la última de las opciones y solo en aquellos casos en los que, realmente, no haya nada más que hacer.
Finalmente, el mensaje del concejal busca dar un parte de tranquilidad a la comunidad sobre los gatos callejeros, para que la gente sepa que los están cuidando.