viernes
7 y 9
7 y 9
A veces se vuelve difícil escribir por falta de tema. Cuánto quisiera yo que esto fuera lo corriente, lo semanal. No encontrar tema sería vivir en un país en paz, en una Colombia con todo resuelto donde me obligaría a escribir sobre cosas amables, sobre paseos, paisajes disfrutados, ciudades visitadas y temas lúdicos.
En la Colombia actual esto se ha vuelto imposible. Hay que escribir sobre lo que estamos viviendo o, mejor, padeciendo.
En la semana que pasó, sigue vigente el caso de las niñas colombianas que recibieron la vacuna contra el papiloma humano. Están enfermas, con desmayos continuos, con pérdida del conocimiento. Lo único común a todas las pacientes de varias regiones del país es el haberse puesto la vacuna, pero el Gobierno, ante tanta incertidumbre, solo dice que es un caso de siquis colectiva. No examinan las vacunas si es que están vencidas, contaminadas con plomo, como se dijo en un principio u otras posibilidades. Simplemente, se enloquecieron quinientas cuarenta niñas en diferentes regiones de Colombia. Lo más fácil es no enfrentar el caso y atribuirlo a locura colectiva. Gobierno del facilismo.
Doce vehículos quemados en Tarazá, Antioquia, entre ellos una ambulancia con una paciente que recibió heridas de bala por parte de la guerrilla. Dos buses quemados en la vía a Anorí. Químicos para producir cocaína afectan aguas en Cocorná. Panfleto amenazante en Rionegro. Un menor perdió una pierna al pisar una mina antipersonal en Anorí. Todos estos, titulares de hechos ocurridos en Antioquia.
Siete ONG reciben amenazas de los "Rastrojos". Dos civiles heridos en combates entre el Ejército y la guerrilla en Santander de Quilichao. Posible bomba en la carretera Panamericana al sur del país. Los "Urabeños" amenazan a 8 periodistas en Cali y Buenaventura. Titulares de hechos ocurridos en otras regiones del país.
A pesar de todos estos hechos, ocurridos en una sola semana, Juanpa (como le gusta que lo llamemos) se atreve a decir que todo va muy bien, que tenemos la paz cogida de un cacho.
Por otra parte, antes de las elecciones, se hizo escándalo por una oficina camuflada en un supuesto restaurante para espiar las conversaciones de La Habana. Parecía que el delito era ordenado por el candidato del Centro Democrático. Qué oso se hizo, era una oficina de las Fuerzas Militares. Pero había que buscar algo. Posteriormente encontraron un hacker que le ayudaba en cuestiones de comunicaciones a la campaña de Óscar Iván Zuluaga. Había que ligar esto con unas interceptaciones a las comunicaciones y conversaciones en La Habana. Aislaron al hacker en la Fiscalía, dio unas declaraciones, no se sabe si a la Fiscalía o a la revista Semana, porque se conocieron por esta última y ¡oh escándalo! Apareció también un diario escrito a mano por el hacker, como si este no supiera manejar los computadores y todavía tuviera que escribir a mano como en mis tiempos.
Ahí vamos, se me acabó el espacio. Falta comentar las nuevas chuzadas a Humberto De la Calle ¿quién será el responsable? Mientras tanto, siguen fortaleciendo a la guerrilla que estaba arrinconada. ¡Pobre Colombia!.