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Y nosotros, ingenuos, creíamos que la apertura económica impulsaría la del pensamiento… la Modernidad siempre se queda atascada en el torniquete. Algunos sectores de la sociedad colombiana permanecen anclados al juicio pre-moderno, basado en el dogma, en principios religiosos irreconciliables con la construcción de un Estado equitativo.
Mañana, la Corte Constitucional decidirá ante la acción de tutela instaurada por Verónica Botero, quien busca que se declare el vínculo familiar entre ella y la hija biológica de su pareja, Ana Leiderman.
Verónica, ingeniera civil, vicedecana de Investigación y Extensión en una universidad pública, y Ana, ingeniera textil, dedicada a impartir capacitaciones empresariales, llevaron a cabo su unión marital de hecho en Alemania, en el año 2005.
Esta solicitud de adopción es tan añeja (desde 2009), que el fallo en cuestión solo incluye a la hija mayor, de seis años y medio. Ellas ya tienen otro hijo, de cuatro. Ambos, gestados en el vientre de Ana, son el fruto de una decisión consciente de la pareja.
Aunque el modelo de familia heterosexual es respetable, no tiene por qué ser impuesto en un país no confesional. (Nuestra Constitución aprueba la libertad de cultos, pero a su vez define la familia a la manera de la tradición católica).
El razonamiento de la supuesta primacía de las "mayorías" heterosexuales es destronado por la Carta Magna: "El Estado […] adoptará medidas en favor de grupos discriminados o marginados". Las minorías, como la comunidad LGTBI, tienen voz y voto en las democracias pluralistas.
¿Que los hijos de parejas homosexuales tienden a ser homosexuales? No hay evidencia científica de ello. Aun si fuera cierto, el argumento es irrelevante; la actriz Jody Foster, homosexual, fue criada por una pareja de lesbianas: difícil citar a alguien tan competente y estable en su campo profesional. "Es la calidad de la relación padre/hijo y no la orientación sexual del padre lo que surte efecto en el desarrollo del niño", afirma la Academia Americana de Psiquiatría de Niños y Adolescentes.
A quienes aseguran que "el modelo masculino y femenino es necesario", les pregunto: ¿y las personas que crecieron en internados o monasterios? Digamos, Winston Churchill o Galileo Galilei. ¿Y las que perdieron a uno de sus progenitores en la infancia? A Hanna Arendt la crió su madre. A Marie Curie, el papá.
… No lo hicieron nada mal para haber "carecido de modelos".
¿"La ausencia de procreación natural exterminará a la raza humana"? Dejemos las hipérboles para los trovadores y guionistas de ciencia ficción.
La historia de Verónica tiene un velo de dolor, su viacrucis es el de una comunidad que lucha por el derecho a la igualdad. Nadie se atreve a lavar sus heridas: tras lo acontecido con el matrimonio gay, es comprensible ?mas no admisible? que algunos funcionarios teman actuar ante las posibles represalias del Procurador Alejandro Ordóñez.
En una sociedad moderna, desprendida de una burocracia absurda y consciente del efecto de los prejuicios, un fallo a favor de la hija de Ana y Verónica sería apenas lógico.
En Colombia, sería un milagro.